Vannozza Cattanei
Nacida en Mantua el 13 de julio de 1442, fue, sin duda, la
principal de las amantes del papa Alejandro VI (Rodrigo Borja). Una relación que duró
largo tiempo, siendo la única mujer de la cual el papa reconoció a los hijos
tenidos, y que dio origen al linaje de los Borja. Era hija de Jacobo de
Candia, conde de Cattanei, y Mencia Pinctoris. La historia ha
marginado injustamente a esta inteligente mujer, que además era muy bella. Solo
sus vástagos y la indiscutible notoriedad de su amante desviaron sus cualidades;
su papel fue clave en la evolución de los Borja, esa familia que empujó a la
Iglesia Católica hacia la modernidad, incluso de gran influencia en el destino
de la Europa de ese tiempo. Fue la única mujer que el papa Borja amó toda su
vida.
En aquella Roma de la segunda mitad del siglo XV, la Cattanei se
convirtió en una de las mujeres más respetadas y admiradas, llegando a ser musa
de los artistas renacentistas. Su visión para los negocios la convirtió en un “fondo
de inversión” de viviendas y hoteles; con varias propiedades en alquiler en
barrios respetados de la ciudad.
No está claro cómo conoció a Rodrigo Borja, aunque algunos historiadores
apuntan a que comenzaron su relación en 1470. Fue un amor de larga duración,
del que nacieron cuatro hijos. Aunque eso no fue impedimento para que se casara
con Domenico d’Arignano, Antonio da Brescia, Giorgio della
Croce y Carlo Canale. Pronto se hizo notorio que era la amante del
futuro papa, pero, como en ese tiempo, la moral permitía ciertas licencias,
esos maridos lo aceptaban, ya que compensaba sus economías. Su primer hijo fue César, que simbolizaría como
pocos el poder y la belleza. Nicolas Maquiavelo se inspiró en él
para escribir El príncipe, donde se hace referencia sobre cómo ha
de ser el ejercicio de la política. A continuación, nació Juan, Lucrecia y Jofré. De
estos últimos, no hay duda de que fue Lucrecia la que alcanzó mayor
relevancia.
Cuando Rodrigo Borja fue elegido Papa, Vannozza decidió mantener una vida más discreta; manteniendo una vida acomodada y realizando ciertas operaciones inmobiliarias que la harían casi rica. Recordemos que en ese tiempo, las mujeres no tenían la libertad de los hombres. Mantuvo una buena relación con sus hijos, pero lloró amargamente la muerte de César, Juan y Jofré, a los que sobrevivió.
Murió Vannozza, el 26 de noviembre de 1518, donando todos sus
bienes a la Iglesia. Aunque fue enterrada en la iglesia de Santa María del
Popolo, donde ya reposaba su hijo Juan, no se conserva nada de
los restos de ambos, puesto que, durante el Saqueo de Roma de 1527, la
capilla fue expoliada. Decían de ella quienes asistieron a su funeral: “Era una
mujer piadosa, fue enterrada con pompa casi comparable a un cardenal”
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