Jofré Borja
Jofré Borja es el cuarto
hijo que tuvieron, el entonces cardenal Rodrigo de Borja con su amante Vannozza Cattanei. Nació en Roma hacia
1481 o 1482, tras sus hermanos Juan, César y Lucrecia. Aunque su padre
siempre dudó de su paternidad, fue legitimado por Inocencio VIII y posteriormente
por su padre, ya papa Alejandro VI, el 6 de agosto de 1493;
dándose la circunstancia de que, hasta ese día, la curia le consideró como “sobrino
carnal de Su Santidad”, y a partir de entonces “hijo del papa”. Su
padre le destinó a la carrera eclesiástica, recibiendo varios beneficios en la catedral de Valencia, gracias a que su padre
era obispo en ella. En agosto de 1492, cuando Alejandro VI accedió al pontificado,
su hermano César le sucedió en dicha sede
valentina y Jofré obtuvo la parroquia de Inca, en Mallorca, que su hermano
dejaba vacante.
Pronto Alejandro consideró que era conveniente
servirse de él para sus objetivos políticos, que no era otro que, era hacerle señor
de Bolonia, una vez arrebatado el control de la misma a la familia Bentivoglio,
cosa que fue imposible, a pesar de haberle hecho renunciar a su condición
clerical. En marzo de 1493, con el respaldo de Aragón y Castilla, Ferrante I
de Nápoles propuso al Papa una alianza frente a la amenaza francesa, Una
vez rechazada la posibilidad de llegar a ello mediante el matrimonio de César con Lucrecia de
Aragón, que era hija natural del rey aragonés. Tras laboriosas
negociaciones, se acordó que fuese Jofré quien se desposara con la nieta del rey,
Sancha de Aragón, hija ilegítima de Alfonso duque de
Calabria. El matrimonio se formalizó, en secreto y por poderes en Roma, el 16
de agosto de 1493, recibiendo Jofré en dote diez mil ducados anuales, el
principado de Esquilache y el condado de Cariati, siendo dichos estados
custodiados por tropas napolitanas hasta que Jofré alcanzara la mayoría de
edad. De ese modo Alejandro llevaba a buen término,
sus intereses políticos con el engrandecimiento de su prole.
La muerte del rey
Ferrante ocasionó un retraso en la celebración pública del matrimonio, teniendo
lugar el 7 de mayo de 1494, en Nápoles, en una ceremonia que fue presidida por
su hermano mayor y cardenal legado Juan de Borja, quien al día siguiente
coronó a Alfonso II, el cual, ese mismo día, confirmó a Jofré sus feudos
napolitanos, además le nombró miembro de la casa de Aragón, protonotario y
lugarteniente del reino de Sicilia, y lo armó caballero de la Orden
de la Estola o del Armiño. El domingo 11 de mayo tuvo lugar la misa
de esponsales, celebrada por el obispo de Gravina, Mateo de Aquino.
Jofré y Sancha fijaron su residencia en Nápoles —llevando una vida de lujos
que inquietaba al Pontífice—, hasta que al invadir Nápoles Carlos VIII de
Francia, se vieron forzados a refugiarse en sus dominios de Calabria.
Tras retirarse del
francés, el 20 de mayo de 1496, se trasladaron a Roma, adonde llegaron con una
fastuosa comitiva, alojándose en el palacio vaticano. Pero la conducta
licenciosa de Sancha, entregada a intrigas y amoríos, dio pábulo a que
se extendieran por Italia rumores sobre relaciones incestuosas con los hermanos
de su marido, César y Juan, por lo que, al ser
asesinado este último, Alejandro ordenó que los esposos
abandonaran Roma y volvieran a sus dominios calabreses, lo cual hicieron el día
7 de agosto de 1497. Pero cuando al Pontífice se le pasó el enfado, volvió a pensar
en el engrandecimiento de sus hijos, y Jofré regresó a Roma a inicios de 1498.
Un año después, Jofré, fue la víctima de un atentado nocturno, del que salió
ileso; disponiendo el Papa que acompañara a su hermana Lucrecia a Espoleto,
secundándola como gobernadores de este territorio. Pero pronto apareció de
nuevo en Roma, donde los escándalos de Sancha obligaron a Alejandro VI a desterrarla de sus
Estados y en noviembre de 1502, encerrarla en el Castillo de Sant Ángelo.
Parece ser que, Jofré,
carecía de genio militar y político, ya que nunca desempeñó ningún papel
relevante en la centralización de los Estados Pontificios, ya que Alejandro lo impulsó por medio de César junto a algunos cardenales
de su círculo más cercano. En enero de 1503 le puso al mando de un pequeño
ejército enviado a confiscar las tierras de los Orsini, obteniendo un pequeño
éxito con la toma del castillo de Monterotondo; aunque, posteriormente, fue incapaz
de frenar la contraofensiva de sus adversarios, que pusieron en peligro a Roma.
Siendo desbaratados cuando César volvió de Romaña y tomó
el mando. Partidario de la política filofrancesa de su hermano, se negó a
ayudar a las tropas de los Reyes Católicos en la conquista del reino
napolitano, a consecuencia de lo cual, a mediados de 1501, éstos ordenaron a Gonzalo
Fernández de Córdoba que ocupase sus feudos calabreses. Cuando dos años más
tardes, los monarcas, solicitaron del Papa su entrada en liga, junto a ellos,
Venecia y el Imperio contra Francia. El Pontífice puso, entre otras
condiciones, que confirmasen a Jofré y al resto de sus familiares “todo lo
que tenían en el reino”, además de su protección.
Tras la muerte de Alejandro VI, que tuvo lugar el 18
de agosto de 1503, Jofré marchó junto a César a refugiarse en la
fortaleza borgiana de Nepi, adonde llegaron el 1 de septiembre. Allí César, había reunido a sus
tropas, cerca de las francesas; pero al ser elegido el pacífico Pío III,
volvió a Roma el 3 de octubre. Permaneció en la Roma al inicio del pontificado
de Julio II, confiando en los pactos que el Pontífice había estipulado
con los Borja; pero al tomar un cariz adverso los acontecimientos, en marzo de
1504 decidió retornar junto a su mujer a Nápoles, poniéndose bajo la protección
de Fernández de Córdoba. Se alojó en el palacio de su primo el cardenal
Pedro Luis de Borja-Llançol, que había huido de Nápoles unos meses
antes, mientras, Sancha se convirtió en amante de Fernández de Córdoba.
Su insignificancia política se manifiesta en que no corrió la suerte de su
hermano César, que fue enviado
prisionero a España, sino que se le permitió residir en Nápoles y Fernando el Católico le confirmó sus
posesiones calabresas. Al enviudar de Sancha, con la que, al parecer tuvo
una hija llamada Lucrecia, volvió a casarse en 1506 con su pariente Juana
del Milá y de Aragón, que era nieta del cardenal Luis Juan del
Milá-Borja y de Fernando II, con la que tuvo dos
hijos: Francisco y Marina. Murió, de repente en diciembre de 1516
o en enero del año siguiente.
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