Cipriano Mera Sanz

 


Nacido en Madrid, el 4 de noviembre de 1897, en el seno de una familia de albañiles, por lo que empezó a trabajar en dicha profesión, a los once años. Fue cazador furtivo, adentrándose en el coto regio de El Pardo y trapero. En el momento de su nacimiento, en el país habían grandes tensiones sociales y políticas; enfrentándose a profundos cambios que desembocarían en la Guerra Civil y en Madrid, ciudad donde había nacido, se vivía una etapa de agitación política, donde los movimientos obreros, las ideas anarcosindicalistas y los conflictos entre distintas ideologías alcanzaban su punto máximo. Desde joven, Mera se involucró activamente en la vida sindical y en la lucha por los derechos de los trabajadores.

    La ideología anarcosindicalista, que defendía la creación de una sociedad sin clases y la abolición del Estado a través de la acción directa, fue el marco dentro del nuestra personaje vio formadas sus primeras convicciones. A medida que pasaban los años, se fue consolidando su compromiso con el movimiento, participando en huelgas y en organizaciones obreras que buscaban mejorar las condiciones laborales y sociales de la clase trabajadora.

    En 1936, con el estallido de la Guerra Civil Española, Mera, que militaba en la CNT, de cuyo sindicato de la construcción en Madrid fue secretario desde 1931; en diciembre de 1933 se había unido a Buenaventura Durruti para fundar el Comité Revolucionario de Zaragoza; y a consecuencia de ello, fue arrestado y llevado a prisión en Burgos. Algo que no impidió que se involucrara activamente en la lucha contra los sublevados. La Guerra Civil Española fue el escenario donde Cipriano Mera destacó como líder militar y defensor del bando republicano; ya que había sido liberado el 19 de julio de ese año, junto con otros prisioneros, uniéndose, de inmediato, a la lucha armada contra los sublevados. Su participación en diversos combates fue decisiva, y pronto se convirtió en un líder dentro de las fuerzas republicanas.

Uno de los momentos más destacados de su carrera fue su participación en los combates de Campamento, localidad cercana a Madrid. Destacando también en la ocupación de Alcalá de Henares y de Guadalajara, así como en las batallas de La Alcarria y de Cuenca. Su liderazgo se hizo más evidente durante los enfrentamientos en la sierra de Gredos, donde, al mando de un grupo de milicianos, desempeñó un papel crucial en la defensa de Madrid.

    Con la constitución del Ejército Popular, Mera fue ascendido a comandante y asumió el mando de la XIV División. División que, bajo su liderazgo, participó en varias batallas clave, como la Batalla del Jarama, en la que destacó por su valentía y capacidad de mando. Además, en la Batalla de Guadalajara, luchó con determinación frente a las tropas italianas que se alineaban con el bando franquista. Mera y su unidad llevaron a cabo una brillante actuación en la defensa de Brihuega, un momento crucial de la contienda.

    A lo largo del conflicto, Mera ascendió a teniente coronel debido a sus méritos en combate. A partir de ahí, se puso al mando del IV Cuerpo del Ejército, con el que participó en diversas operaciones, consolidándose como uno de los más destacados militares republicanos. En 1938, instaló su cuartel general en Alcohete (Guadalajara), lugar cercano a la villa de Horche, desde donde protegía todo el sector oriental de la capital.

El 5 de marzo de 1939, apoyó el golpe de Estado del coronel Segismundo Casado y la formación del Consejo Nacional de Defensa. Aunque el gobierno de Negrín abandona España al día siguiente, la situación del Consejo es crítica en Madrid durante los días 7, 8 y 9, ante la reacción de parte de los tres Cuerpos del Ejército (integrados por comunistas) que defienden la capital. Pero entonces Mera lanzó su IV Cuerpo de Ejército desde Guadalajara y logró salvar al Consejo tras encarnizados combates. Una vez sofocado el golpe, fue despreciado y marginado por el entorno de Casado, aglutinando este todo el poder para negociar con Burgos la entrega del poder a Franco.

Ocupado Madrid por los franquistas, Mera se traslada a Valencia, exiliándose, desde allí, en Orán, donde fue internado en un campo de concentración. Liberado, marcha al Marruecos francés, donde se gana la vida como peón de la construcción. Al caer Francia en manos de los nazis, las autoridades franquistas solicitan la extradición de los refugiados españoles en territorio francés, y en febrero de 1942, es entregado por el Gobierno de Vichy a las autoridades franquistas, siendo internado en la cárcel de Porlier. En abril de 1943, es condenado a muerte, aunque la pena fue conmutada por treinta años de prisión. Tras ser indultado, en 1946 se exilió a Francia, donde retornó al activismo anarquista y trabajó como albañil hasta su muerte, menos de un mes antes que la del dictador Francisco Franco, el 24 de octubre de 1975 en un hospital de Saint-Cloud, en Isla de Francia. Su cuerpo descansa en el Cementerio de Pierre Granier, en Boulogne-Billancourt.


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Ramón Martín

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