Francisco Javier Castaños Aragorri Urioste y Olavide, i duque de Bailén
Francisco Javier Castaños Aragorri nació en Madrid el 22 de abril de 1758. Era hijo de Juan Felipe Castaños Urioste, intendente general del Ejército, que fue premiado por el rey Carlos III concediendo, en 1768, a su hijo el empleo de capitán de Infantería, por lo que Javier Castaños cursó sus estudios militares en el Real Seminario de Nobles de Madrid, complementándolos en Barcelona, adonde se trasladó acompañando a su padre, que se había quedado ciego, junto al que permaneció hasta su fallecimiento en 1774. Marchó entonces a Cádiz para incorporarse a su destino en el Regimiento de Saboya. Entre los años 1780 y 1783 participó en el sitio de Gibraltar y en la reconquista de Menorca. El 20 de octubre de 1782 en el combate naval entre las escuadras inglesa y combinada; mereció, por su actuación el ascenso a sargento mayor.
En marzo de 1774 ascendió a teniente coronel de
su regimiento, permaneciendo en Cádiz, hasta que en 1786 marchó a formar parte
de la guarnición de la plaza de Orán, desde donde, en abril de 1789, embarcó
hacia Menorca, aunque debido a la amenaza, por parte de los marroquíes a Orán, tuvo
que regresar el Regimiento de Saboya, consiguiendo el 1 de junio de 1791 romper
el cerco que había establecido el enemigo y penetrando en la plaza, para en
ella resistir el asedio del enemigo durante un mes hasta que se firmó el
tratado de paz. Poco le duraría la tranquilidad, ya que en septiembre tuvo que
acudir, junto a su regimiento, en apoyo de la guarnición Ceuta, que estaba
siendo amenazada por los marroquíes. Consiguió entrar en la plaza y realizar un
arriesgado reconocimiento del campamento enemigo, lo que dio lugar a un violento
enfrentamiento que desordenó el asedio, siendo destruidos sus trabajos de zapa.
En abril de 1792 fue ascendido a coronel,
recibiendo el mando del Regimiento de África de guarnición en Pamplona, donde combatió
con éxito entre 1793 y 1795 a los ejércitos de la Convención francesa, a los
que se enfrentó en Urdax (Navarra) y Sare (Francia). En la acción del Calvario
de Orruña recibió, el 23 de junio, una herida de sable en la cabeza, salvando
la vida gracias al contraataque efectuado por los granaderos del Regimiento de
África, los cuales, con esa acción, consiguieron impedir que cayese en poder
del enemigo. En octubre fue ascendido a brigadier por su valeroso
comportamiento en dicha acción. Poco después, durante la defensa del monte de
San Marcial, resultó de nuevo herido, esta vez de extrema gravedad, por una
bala de fusil en la cabeza, siendo evacuado a través de un terreno muy abrupto
gracias al esfuerzo de sus granaderos, que le profesaban un gran afecto y
respeto. Tras un largo restablecimiento se pudo reincorporar, encomendándosele,
a finales de 1794, el mando de una brigada situada en los Alduides, con la que
operó hasta la firma de la Paz de Basilea, el 22 de julio de 1795. En
febrero de 1795 dejó el mando del Regimiento de África, ya que fue ascendido a
mariscal de campo.
Se trasladó a Madrid en situación de cuartel,
siendo desterrado por Godoy a Badajoz en 1799. Se
le permitió regresar al año siguiente, dándole el mando de una división
destinada a atacar las posesiones inglesas en Ultramar. Esta división no llegó
a zarpar hacia su destino, ya que los ingleses desembarcaron cerca de Ferrol.
Allí se trasladó la división mandada por Castaño, frustrando los planes del
enemigo. Disuelta la división, volvió de cuartel a Madrid, aunque fue
recompensado ascendiendo a teniente general, en octubre de 1802. Fue nombrado
comandante general del Campo de Gibraltar, desde donde se preocupó por la
situación de los españoles que habían caído prisioneros de los ingleses en la Batalla
de Trafalgar.
Al producirse el levantamiento del 2 de mayo, se
puso en contacto con el gobernador de Gibraltar, firmando un tratado de ayuda
por parte inglesa en tropas, armamento, víveres y dinero, tras lo cual se
dispuso a organizar la defensa de Andalucía, reuniendo una división en Ronda. Esto
hizo que Sevilla se levantase contra el invasor el 27 de mayo y que la Junta
organizada al efecto le declarase la guerra el 6 de junio. La Junta de Sevilla
le nombró jefe del Ejército de Andalucía, por lo que se trasladó a dicha ciudad
al mando de la división creada en Ronda. Mientras tanto, Dupont atravesaba
Sierra Morena y, tras vencer la resistencia en el puente de
Alcolea,
ocupaba Córdoba, pero al recibir noticias de la formación de un cuerpo de
ejército en Sevilla, se vio obligado a retirarse a Andújar.
Castaños instaló su cuartel general en Utrera, procediendo
a organizar a los numerosos batallones que se iban formando en toda Andalucía, reuniendo,
el 27 de junio, un considerable ejército de tres divisiones. Dos días después
se trasladó a Córdoba junto a su Estado Mayor, para reconocer las posiciones
enemigas. Pasados dos días iniciaba el avance, uniéndose en los días siguientes
al Ejército de Granada, mandado por el general Escalante, formándose así cuatro
divisiones, al mando de los generales Reding, Coupigny, Jones y De la Peña. El
19 de julio tenía lugar la Batalla
de Bailén,
que supuso una completa victoria de los ejércitos españoles, terminando así la
fama de invencibles de los ejércitos napoleónicos. El 22 de julio firmaban
Castaños y Dupont las Capitulaciones de Andújar y el 30 se veía obligado
el rey José a abandonar Madrid.
El 1 de agosto regresó a Sevilla, donde la
Junta le nombró capitán general, preparándose para partir hacia Madrid, a donde
entró a mediados de dicho mes. Se creó una Junta militar destinada a dirigir
las operaciones, siendo nombrado presidente de ella, al tiempo que se hacía
cargo del mando del Ejército del Centro, al que se incorporó el 17 de octubre
en Tudela. El 23 de noviembre se enfrentaron los ejércitos del Centro y de
Aragón a los franceses en Tudela, sufriendo una grave derrota, debida a la
falta de coordinación entre los generales que los mandaban. Tras la batalla,
Castaños se trasladó a marchas forzadas hacia Somosierra para tratar de impedir
el paso a Napoleón, que el había entrado
en España el día 4 y se dirigía a Madrid. Antes de llegar Castaños, fue privado
del mando del Ejército del Centro, marchando a Sevilla, adonde se había
trasladado la Junta Suprema, que le obligó a ir a Algeciras a la espera de un
Consejo de guerra que juzgase su comportamiento durante la campaña del Ebro.
Instalada la Junta Central en enero de 1810 en
la isla de León, se estableció allí, el 31 de enero, el Consejo de Regencia,
uno de cuyos cinco miembros fue Castaños, que se trasladó desde Algeciras.
Permaneció en ese cargo hasta que en febrero de 1811 se le encomendó el mando
del 5.º Ejército, al que encontró en un pésimo estado tras la campaña de
Extremadura. En abril, en unión de Beresford, tomó Olivenza, procediendo ambos
a poner sitio a Badajoz, a lo que contribuyó el cuerpo de ejército del general
Blake, enfrentándose a las del mariscal Soult en la batalla de La Albuera
(Badajoz), el 16 de mayo, acción que obligó a retirarse al ejército francés.
Como recompensa, la Regencia le concedió a Castaños la Gran Cruz de Carlos
III. Seguidamente reunió en Valencia de Alcántara (Cáceres) al 5.º
Ejército, que junto a fuerzas aliadas, derrotó a la División Girard en
Arroyomolinos (Cáceres), el 28 de octubre. Puestos bajo su mando los ejércitos
6.º y 7.º, trasladó su cuartel general a Fuentes de Oñoro (Salamanca), donde se
dispuso a organizar la partida de fuerzas hacia Hispanoamérica para combatir la
insurrección. Tras intervenir parte de sus fuerzas en la reconquista
de Badajoz,
el 6 de abril de 1812, y ceder las divisiones de Morillo y Penne a Wellington
para su participación en la batalla de Los Arapiles (Salamanca), el 22 de julio
siguiente, apoyó a éste en su avance hasta la línea del Ebro, en la toma de
Burgos y en su posterior repliegue a Ciudad Rodrigo (Salamanca).
Unidas todas las fuerzas em el 4.º ejército,
quedó éste a sus órdenes y participó en la Batalla de Vitoria, el 21 de
junio de 1813, mientras él permanecía en su puesto de mando en Burgos y después
en Tolosa (Navarra); por esto y por la prohibición de que los consejeros de
Estado pudieran ser empleados en otras comisiones, la Regencia le separó del
mando. Mando que fue entregado al general Freire, a continuación partió hacia Madrid,
donde recibió al Consejo de Regencia a su llegada a la capital, el 5 de enero
de 1814.
Al huir Napoleón de la isla de Elba, se le dio
el mando del Ejército de Observación de la Derecha, con el que se
trasladó a la frontera de Cataluña con Francia, para penetrar en el Rosellón. Tras
ser derrotado Napoleón en Waterloo, regresó a España para hacerse cargo de la
Capitanía General de Cataluña, donde el 5 de abril de 1817 tuvo que hacer
frente al pronunciamiento de los generales Lacy y Milans del Bosch. Tres
años después dimitió de su cargo al producirse el Pronunciamiento de Riego entregándole
el mando al general Villacampa. Partió hacia Guadalajara y a continuación a
Madrid para continuar en su cargo de consejero de Estado. Al entrar en España
el Ejército de Angulema, acompañó
al rey a Andalucía, pero tuvo que
detenerse en Bailén, al caer enfermo, permaneciendo allí hasta su regreso a
Madrid.
Fernando VII, tras concederle en 1815 las
grandes cruces de San Fernando, San Hermenegildo e Isabel la Católica, le nombró
Caballero de Orden del Toisón de Oro en 1829; en 1832 le nombró capitán general
de Castilla la Nueva y después, presidente del Consejo de Estado, concediéndole
el 12 de julio de 1833 el título de duque de Bailén, con Grandeza de España. En
julio de 1843 fue nombrado comandante del Real Cuerpo de Guardias Alabarderos, cesando
para ser tutor de la princesa Isabel y de la infanta María Luisa
Fernanda. Al cumplir la princesa la mayoría de edad, volvió a mandar el Cuerpo
de Alabarderos, del que pronto dimitió; volvió a recibir este cargo en 1847, y
de nuevo dimitió a los pocos días.
Falleció el 24 de septiembre de 1852. La reina Isabel
II acudió a sus exequias y el rey acompañó al cadáver desde San Isidro el Real
hasta Nuestra Señora de Atocha, donde fue enterrado.
Tras su fallecimiento, el ingeniero general,
Antonio Remón Zarco del Valle, pidió a los familiares de Castaños la Gran Cruz
de San Fernando ganada en Bailén, para colocarla en la Academia de Ingenieros
de Guadalajara junto al cuadro de Esquivel que representaba el acto de
imposición de la Corbata de San Fernando al Regimiento de Ingenieros, que había
tenido lugar en 1850.
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