Muhammad Ibn 'Abd el-Karim El-Jattabi

 


Abd el-Krim nació en Axdir (Marruecos), en 1883, en el seno de una familia de la tribu rifeña de los Beni Urriaguel. Su padre, el patriarca, también llamado Abd el-Krim El Jattabi, era el alfaquí de Axdir, le envió a estudiar el bachillerato a Tetuán y Melilla, y posteriormente, derecho islámico en Fez durante dos años; mientras su hermano estudiaba ingeniería de minas en Málaga y Madrid; Abd el-Krim también llegó a estudiar en la Universidad de Salamanca, durante una temporada. A su regreso logró un buen trabajo en la Oficina Central de Tropas y Asuntos Indígenas de Melilla, como traductor; dirigida por el coronel Morales, impartiendo clases de Chelja dialecto beréber); compaginando esa tarea con la colaboración del suplemento árabe de El Telegrama del Rif. En 1915, fue nombrado cadí-qudat, jefe de los cadíes de Melilla, distanciándose de sus protectores, y nutriendo la idea de que la supuesta riqueza minera de la zona de Beni Urriaguel-Tensaman era un patrimonio de los naturales, que podrían negociarlo con los alemanes para contrarrestar a las compañías francesa y española que explotaban, por concesión del sultán de Marruecos, las minas del Rif.

Durante la Primera Guerra Mundial, sus contactos con los alemanes, de acuerdo con el gran enemigo de Francia, Abdelmalek, apuntaban a conseguir acabar con el Protectorado. Previo a la derrota de Francia, fue puesto en prisión en el fuerte melillense de Rostrogordo, entre 1915 y 1917; en un intento frustrado de fuga, se rompió la cuerda con la que se descolgaba desde una almena, lo que le provocó la cojera que padecería en adelante. Al llegar la paz, se reincorporó a sus actividades en Melilla, pero temiendo las represalias de Francia por sus relaciones con Abdelmalek, buscó refugio en Beni Urriaguel, no retornando a la capital del Rif, donde su padre había sido asesinado poco antes, víctima de una venganza de sangre.



En el seno de su tribu, Abd el-Krim se entregó a partir de 1920 a preparar una rebelión armada, obligando a su hermano menor, Mahmed, que había cursado estudios en la Escuela Normal de Málaga, y obtenido luego una beca en la Residencia de Estudiantes, de Madrid, donde se hallaba a la sazón, a que se reuniese con él.

La rebelión rifeña que estalló en 1921, aprovechando los fallos organizativos y tácticos del general Fernández Silvestre, muerto y desaparecido en la resonante derrota de Annual, que costó a España más de diez mil bajas y el hundimiento de la Comandancia de Melilla, constituyó el gran momento de Abd el-Krim, cuyas hordas aplastaron las últimas defensas de Melilla en Nador y Monte Arruit, y a punto estuvieron de asaltar la capital del Rif.




Pero reorganizadas en ésta, las fuerzas militares españolas, en las que destacaría ahora la llamada Legión Extranjera, recién creada por Millán Astray, se inició partiendo de Melilla una lenta reconquista, llevada con prudencia y éxito por el alto comisario, general Berenguer, que devolvió a España las posiciones perdidas hasta alcanzar Drius en 1922; cuando el frente quedó estabilizado, dadas las vacilaciones del gobierno de Madrid, a causa del Expediente Picasso, que buscaba responsabilidades por el Desastre, que afectaron al propio Berenguer. Abd el-Krim, por su parte, proclamó la llamada “República del Rif” amenazando la unidad de Marruecos, y reforzó sus medios bélicos con el rescate pagado por España para liberar a los prisioneros de Monte Arruit.

Proclamada la dictadura de Primo de Rivera, marqués de Estella, el repliegue táctico decidido por éste en Yebala permitió a Abd el-Krim lanzarse a una gran ofensiva que alcanzó incluso a la zona francesa, con grandes pérdidas para ésta, pero ello provocó, en 1925, como contrapartida el acuerdo París-Madrid que tuvo su fruto en el desembarco español en Alhucemas (en la playa de la Cebadilla) y el progresivo hundimiento de la “República del Rif”. En retirada desde ese momento, frente a la coalición franco-española, Abd el-Krim hubo de entregarse a los franceses el 26 de mayo de 1926, que le recluyeron en la isla de la Reunión, mientras los españoles ultimaban la pacificación de su zona. Liberado en 1956, tras la finalización del Protectorado se instaló en Egipto, donde murió en El Cairo el 6 de febrero de 1963.




 

 

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Ramón Martín

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