Ibn Muhammad b. ‘Abd Allah Muley Ahmad, El Raisuni
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Nacido
en Zinat en 1871 o 1875, pertenecía a la prestigiosa familia de los
Raisuni o Ulad Berrisul, que eran descendientes directos de Mahoma (teniendo
derecho al tratamiento de Cherif y de Muley), de Idris I (primer sultán de
Marruecos) y del santo Muley Abd el Selam Ben Mechich. Sus padres fueron Mohammed
Ben Abdal-lah y Zahia Heraunia Keruan.
Al morir su padre cuando él era muy
joven, su madre se encargó de que tuviera una educación esencialmente
religiosa. Debido a los robos a que fue sometida su madre, junto a la anarquía
reinante en la zona de Yebala, se dedicó al bandolerismo, destacando entre los
bandidos de la región. Esta actividad ocasionó las protestas internacionales
ante sus actos de pillaje, pero aumentó su prestigio entre los marroquíes: su
bandolerismo se identificaba con una postura nacionalista. Objeto de una trampa,
por lo que fue encarcelado en la prisión de Mogador entre 1895-1900, soportando
unas condiciones infrahumanas, de donde nació su insensibilidad ante el dolor
ajeno. Puesto en libertad, de nuevo pasó a ser un fuera de la ley. En esta
época colaboró con distintos pretendientes al trono que se levantaban contra el
sultán en nombre del islam. Los ataques contra él por parte del gobierno le
iniciaron a practicar secuestros de ciudadanos extranjeros para coaccionar al
sultán, casos como la captura del corresponsal británico de The Times, Walter
Harris en 1903, y la del norteamericano, John Hanford Perdicaris, y de su
yerno, el británico Cromwell Warley en 1904, que le valió ser nombrado
gobernador del Fahs, origen de su fortuna. Su gobierno, extramuros de Tánger,
resultó insoportable a los occidentales, que reclamaron que se le apartase de
aquel territorio. Atacado por las tropas del Majzen en 1907, los
marroquíes veían cómo era perseguido por defender lo que les unía: el islam y
la tierra de sus antepasados, frente a un sultán que cedía a las presiones
extranjeras. Recurrió de nuevo al secuestro, esta vez del británico Harry
Aubrey Mac Lean en 1907, llegando a derrotar a la mehalla mandada contra
él, convirtiéndose en un auténtico héroe.
No dudó en apoyar a Muley Hafid cuando
éste se levantó en nombre del islam. Tras su victoria sobre la mehalla de
Muley Abd el Aziz, Muley Hafid fue proclamado sultán de Marruecos en la ciudad
de Tánger el 23 de agosto de 1908. El apoyo de Francia provocó en El Raisuni
una animadversión que le duraría por siempre. Muley Hafid le nombró, en Fez, bajá de
Arcila y Alcazarquivir y gobernador de quince cabilas. Cuando el sultán se dio
cuenta que no podía reinar sin apoyo europeo (debiendo reconocer lo acordado en
la Conferencia de Algeciras en 1906), El Raisuni se sintió decepcionado; sobre
todo cuando el Soberano, cercado en Fez por las cabilas próximas, pidió ayuda a
Francia. Pretendía que Marruecos continuase siendo independiente, pero sabía
que era casi imposible. Cuando, en 1911, Francia ocupó Kenitra, Fez y Mequinez,
se volcó a favor de España, lo que explica su inactividad ante la ocupación
española de Larache y Alcazarquivir en junio del mismo año. Prefirió a España
porque la creía capaz de protegerles, pero, a la vez, con la debilidad
necesaria como para no oprimirles. Él aseguraría la autonomía del interior de
Yebala y el respeto a la religión, leyes y costumbres marroquíes. Su gobierno
era despótico y tiránico, y su nacionalismo pasaba por la defensa de sus ambiciones
personales.
Se
iniciaban así, unas relaciones con España, caracterizadas por la desconfianza mutua.
Sus enfrentamientos con Manuel Fernández Silvestre fueron el
comienzo de un continuo desacuerdo, en el que las autoridades españolas evidenciaron
carecer de una línea definida, dudando entre, llegar a un entendimiento con El
Raisuni o aniquilar su poder por la fuerza. A pesar de que, en 1912, se pensó
en él como Jalifa, ese mismo año sus relaciones con las autoridades españolas
entraron en una dinámica que conduciría a la ruptura. El 28 de enero de 1913
abandonó el bajalato de Arcila, con lo que aumentó su enojo al
no ser designado Jalifa, cuando, se eligió a Muley el Mehdi (príncipe de la
Familia Real marroquí). España le ofreció viajar a Madrid y ser recibido por Alfonso XIII, pero debido a sus dilaciones,
se vieron rotas las relaciones con él; también se negó a rendir homenaje al
Jalifa en Tetuán, siendo destituido de su bajalato y pasando a
la sublevación. Para lo cual, convocó a las cabilas de Yebala en el santuario
de Muley Abd el Selam, declarando la “guerra santa” a España; también intentó ser
reconocido como protegido de Alemania, lo que no consiguió gracias a las
presiones españolas. El comienzo de las hostilidades le costó el puesto al
primer alto comisario que España tuvo en Marruecos, Felipe Alfau en agosto de
1913. El estallido de la Primera Guerra Mundial aceleró unas conversaciones de
paz ya existentes. En aquel momento, su situación era comprometida, pues a lo
largo de 1914 las fuerzas españolas habían ocupado importantes posiciones. El
asesinato de Ali Akalai (intermediario de Muley Ahmed) el 8 de mayo de 1915
implicó a militares españoles, dimitiendo el alto comisario José Marina Vega y
el comandante general de Larache Fernández Silvestre. El nuevo alto comisario, Francisco Gómez-Jordana, tenía órdenes de
llegar a un acuerdo con El Raisuni, firmándose un pacto secreto de 25 de
septiembre de 1915, del que salió fortalecido, consiguiendo que el ejército
español no avanzase sin su consentimiento de las posiciones ya ocupadas, más el
armamento y las sumas necesarias para abonar a una mehalla de mil
hombres mandados por él, convirtiéndose en gobernador de todas las cabilas que
sometiera. Eliminó de Yebala toda autoridad y poder que no fuesen los suyos,
alcanzando su máximo prestigio.
A lo largo de 1916 colaboró en la
pacificación de distintas cabilas; posibilitó al ejército español la ocupación
de las posiciones que estimó convenientes, siempre que no afectasen a su poder.
En contra de lo que el pacto establecía, y para no comprometer la neutralidad
española en la Primera Guerra Mundial, siguió manteniendo contactos con agentes
de Alemania, Austria-Hungría y Turquía. A lo largo de 1917, las relaciones con
España fueron empeorando. Finalizado el conflicto mundial fue nombrado nuevo
alto comisario Dámaso Berenguer Fusté, variando la
política española para con él. Ahora se pretendió el control del territorio
asignado a España como Protectorado; Francia manifestó la necesidad de que así
fuese. Las operaciones contra él se iniciaron a mediados de marzo de 1919, a la
vez que se desarrollaba una campaña política de desprestigio del Cherif frente
a las cabilas. Proclamado, en enero de 199, por éstas sultán de la “guerra
santa”, en mayo de ese mismo año, escribió una carta al presidente
estadounidense Wilson, pidiendo la independencia de todo Marruecos como
compensación por haber luchado oficialmente al lado de los aliados en el
conflicto recién finalizado. La ofensiva española contra él se hizo imparable. En
julio de 1921, aislado en Tazarut, su derrota era inminente, cuando se
recibieron noticias del desastre de Annual, quedando las operaciones
suspendidas. La campaña contra El Raisuni se reanudaría en diciembre de 1921,
ocupándose Tazarut el 12 de mayo de 1922. Refugiado en el monte Buhaxen con unos
pocos incondicionales, se salvó gracias a que, el alto comisario Berenguer, fue
imputado de responsabilidad en el hundimiento de la Comandancia de Melilla y el
desastre de Annual por el Informe Picasso y presentó la dimisión.
España se empeñó en la repatriación de
fuerzas, queriendo dar a la acción en Marruecos un carácter más civil, por lo que,
el nuevo alto comisario, Ricardo Burguete Lara, recibió órdenes de negociar con
El Raisuni, dando, de nuevo, la política española un giro radical. Se firmó un
nuevo pacto el 25 de septiembre de 1922 por el que no obtenía mando oficial
alguno, pero era responsable de la tranquilidad de Yebala. Envió a todos sus
familiares, jefes rebeldes, seguidores suyos, y notables de las cabilas a
prestar sumisión al Jalifa y su Majzen a Tetuán, pero él no
fue. Cansado de los bandazos dados por la política española, pretendió que
Alfonso XIII garantizase la continuidad de lo pactado. A lo largo de 1923 y en
sus conversaciones con la Alta Comisaría, manifestó estar cansado de la
indefinición de la política de España para con él, mostrando sus deseos de
establecerse en la zona internacional de Tánger o irse a La Meca. A ello
contribuyó también la creciente amenaza procedente del Rif. Acogió el golpe de
Estado de Miguel Primo de Rivera con la esperanza de
que se afrontase con más coherencia la cuestión marroquí y se pusieran los
medios para evitar la sublevación de Yebala.
El nuevo alto comisario, Luis Aizpuru
y Mondéjar, tenía claro que cualquier solución a la cuestión marroquí pasaba
por un entendimiento con El Raisuni. Así se firmó el Pacto de 23 de octubre de
1923, por el que Muley Ahmed reconocía al Jalifa, siendo él nombrado autoridad
máxima del Majzen en toda Yebala, confiriéndole poderes para
pacificar Gomara, Senhaya y las tribus vecinas del Rif occidental. Primo de
Rivera le creía pieza fundamental para el mantenimiento de la paz en Yebala,
pero desconfiaba de su carácter. No obstante, cuando en octubre de 1923 murió
el Jalifa Muley el Mehdi, y con la oposición de Francia, le ofreció el
jalifato, llegándose a firmar un acuerdo secreto al respecto. La propaganda
rifeña fue ganando terreno ante las cabilas gobernadas por él, las cuales pensaban
que era un traidor que pactaba con los españoles. Él se mantuvo firme,
queriendo hacer frente a los rifeños, sobre todo cuando, a partir de enero de
1924, Abd el Krim inició una campaña para ganarse Gomara y Yebala a su causa.
Aunque Primo de Rivera dejó claro que España no abandonaba Marruecos, a principios
de septiembre de 1924 se inició el repliegue español en Yebala, que El Raisuni
no vio acertado. Comenzando las conversaciones con él para que lo apoyase.
Desde
agosto de 1924, el levantamiento de Yebala se generalizó. Abd el Krim intentó
que Muley Ahmed se uniese a la lucha contra los españoles, aunque sin éxito. El
rifeño le acusó de haberse echado en brazos de los cristianos; él acusó a Abd
el Krim de hacer la guerra sin respetar las leyes islámicas. No pactó con él
porque le consideró proclive a unas innovaciones políticas que atentaban contra
las formas tradicionales; frente a un concepto de Estado moderno como el de Abd
el Krim, la concepción del poder y métodos de gobierno de El Raisuni eran los
de un señor feudal, producto de otra época. Creyó conveniente seguir como
aliado de España, haciendo frente a los rifeños valiéndose de las fuerzas
españolas, pues estaba convencido, además, de que Abd el Krim había pactado con
Francia y Gran Bretaña. Gravemente enfermo no satisfizo a nadie: los yebalas le
creyeron vendido a España; Primo de Rivera le consideró un desleal que tenía
contactos con Abd el Krim, y éste también pensaba que era un traidor. Fue
atacado en su residencia en la zauía (santuario) de Tazarut, rindiéndose
el 26 de enero de 1925. Por orden de Abd el Krim, fue trasladado, en unas
parihuelas, al Rif el día 30, dada la gravedad de su estado.
Convocados los cabecillas y ulemas del
Rif, decidieron su ejecución. Abd el Krim lo aceptó, supeditando la fecha de la
sentencia al sometimiento total de las cabilas aún hostiles a su causa. Sabía
que El Raisuni estaba muy enfermo, se sintió incómodo y turbado con su
presencia y no quiso convertirle en mártir, pues temía que en Yebala su muerte
pudiese ser mal vista. Debido a esta decisión, el Cherif se salvó de ser
ejecutado, de que su cadáver fuese quemado y sus cenizas aventadas, falleciendo
en el cautiverio del Rif de muerte natural, aquel año 1925.
Ramón Martín
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