Juan Sebastián Elcano

 


    A este navegante español se debe el honor de haber completado la primera vuelta al mundo. La gesta protagonizada por Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano fue, sin duda, una de las más importantes de la conocida como era de los descubrimientos. Las primeras noticias que se tienen de Elcano nos lo presentan como un marino, de origen vasco, con grandes conocimientos náuticos; destacando su participación en la expedición a Argel de 1509, dirigida por Francisco Jiménez de Cisneros, así como en las campañas de Italia del Gran Capitán.

    En 1518 conoció en Sevilla al navegante portugués Fernando de Magallanes, que se encontraba en la Corte del rey don Carlos I preparando una expedición al servicio de España —tras el rechazo de la Corona Portuguesa—, para encontrar una ruta a las Indias navegando hacia el Oeste. Elcano se enroló en la expedición, la cual partió de Sanlúcar de Barrameda en 1519. Exploró el Río de la Plata y la Patagonia; donde, nuestro personaje, ayudó a sofocar un primer motín, aunque participó en un segundo intento contra Magallanes; el cual le perdonó la vida. No sabemos si por hallarle inocente o por considerarle imprescindible para continuar el viaje.

    Con Elcano en un papel secundario, la expedición descubrió el paso del Atlántico al Pacífico por el sur del continente americano, así como las islas Marianas y las Filipinas. Al morir Magallanes a causa de las heridas recibidas en un combate con los indígenas de la isla filipina de Mactán, en 1521, la expedición fue pasando por los mandatos de varios de los capitanes que la componían y que, desde un primer momento, se disputaron el poder. Mientras tanto continuaron explorando las islas, entablando relaciones con las tribus locales.

    Finalmente, se hizo cargo de la expedición un triunvirato, que estaba encabezado por Juan Sebastián Elcano, del que quedaron fuera los portugueses, argumentando que estos habían eludido, a propósito, las Molucas para no perjudicar a Portugal, y su lucrativo monopolio de las especias. Alcanzadas las Molucas y establecidos tratados con los nativos, adquirieron un importante cargamento de especias y se dispusieron a regresar. Sin embargo, una de las dos naves que quedaban, sufrió una avería, a consecuencia de lo cual, la nao averiada se quedaría en las Molucas para su reparación y regresaría cruzando el Pacífico; mientras que Elcano regresaría con la nao Victoria a la Península por la ruta portuguesa. Este viaje fue difícil y peligroso, ya que, a las dificultades marítimas, como la que representaba doblar el cabo de Buena Esperanza, se añadía la necesidad de cruzar el Océano Índico y bordear África, sin hacer escalas, por miedo a ser capturados por los portugueses, que habían enviado una flota para hacer fracasar a Magallanes.

    Elcano consiguió dominar la impaciencia de la tripulación, ansiosa de bajar a tierra, debido a la escasez de víveres. Escasez que le obligó finalmente a repostar en las islas de Cabo Verde, donde fueron apresados varios tripulantes, por el gobernador portugués, teniendo que huir apresuradamente. Fue entonces, cuando Elcano, descubrió en su cuenta del tiempo transcurrido, que llevaban un día de menos, como consecuencia de haber dado una vuelta completa al mundo.

    Por fin, la expedición llegó a Sanlúcar de Barrameda en 1522, con sólo 18 hombres de los 265 que habían partido de allí tres años antes. El emperador Carlos V recibió a Elcano, aunque no fue muy generoso en las recompensas. Su viaje constituyó un éxito, tanto desde el punto de vista geográfico —confirmaba la esfericidad de la Tierra—, como económico: la venta de las mercancías en Amberes sufragó los costes totales de la expedición. Las nuevas expectativas de negocio hicieron que se fundara en La Coruña una nueva Casa de Contratación especializada en el comercio de las especias. Desde allí salió una segunda expedición, en 1525, costeada por los Fugger y mandada por García Jofre de Loaisa, un aristócrata castellano, para evitar nuevas insubordinaciones. Elcano iba en ella, a pesar de sus protestas, como piloto mayor. Pero aquella expedición, fracasó por la muerte de Loaisa y de Elcano en 1526.

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