Alonso Cano Almansa

 


Aunque no sabemos la fecha exacta de su nacimiento en Granada, conocemos la fecha en que fue bautizado, el 19 de marzo de 1601. En el seno de una familia dedicada al arte, lo que permitió su temprana toma de contacto con las artes visuales. Su padre, Miguel Cano, fue escultor y quien introdujo a Alonso en el mundo de la escultura. Desde joven, el artista mostró un talento excepcional, lo que lo llevó a trasladarse a Sevilla en 1615, donde continuó su formación en el taller de su padre. Esta ciudad, que vivía un florecimiento cultural, fue el lugar donde Cano se forjaría como pintor y escultor, comenzando a estudiar en el taller de Francisco de Pacheco en 1616. Durante estos años en Sevilla, trabó una buena amistad con Diego Velázquez, quien también estudiaba con Pacheco. A pesar de las similitudes en sus trayectorias, no se sabe con certeza si Cano fue discípulo directo de Martínez Montañés, aunque ambos compartieron el mismo espacio artístico en la ciudad andaluza. El contacto con figuras como Velázquez y Martínez Montañés influyó profundamente en su estilo, combinando influencias renacentistas con las tendencias del Barroco.

Alonso Cano destacó en varias disciplinas artísticas, y su legado abarca desde la pintura hasta la escultura y la arquitectura. Su vida y obra son un reflejo de la transición de la estética renacentista a la barroca, adaptándose y fusionando ambas influencias para crear un estilo único que lo convirtió en un referente en la historia del arte español.

En el ámbito de la pintura, Cano fue un pintor renombrado, conocido por sus retratos y sus escenas religiosas. Su estilo se caracteriza por la suavidad en el tratamiento de los rostros, la luz suave que parece envolver a los personajes y una ejecución técnica impecable. A lo largo de su carrera, pintó numerosas obras de temática religiosa, como San Francisco de Borja en 1624 y San Juan Evangelista. También destacó en la pintura de retratos, en los que mostraba una profunda habilidad para captar la personalidad de sus modelos, como en el famoso Retrato de un eclesiástico.

En lo referente a la escultura, en 1629, Alonso Cano se dedicó principalmente a la escultura, donde alcanzó el mayor reconocimiento. Su obra escultórica se caracteriza por un realismo que se aleja del dramatismo y la teatralidad, algo común en el Barroco, y se orienta hacia una representación más tranquila, melancólica y expresiva. Sus figuras presentan una silueta estilizada, con rostros ovalados, grandes ojos y pequeñas bocas, y un dominio excepcional de la policromía, una técnica en la que se destaca como el primer maestro andaluz que no usó el oro en sus esculturas, lo que contribuyó a una mayor expresividad de estas. Entre sus obras más destacadas en escultura se incluyen la Inmaculada realizada para la Catedral de Granada, el San Juan Bautista para la iglesia de Lebrija, el Niño Jesús de la Pasión y el Crucifijo de Monserrat. Además, realizó varios bustos, como los de Adán y Eva, que demostraron su maestría en la escultura de figuras humanas.

También fue importante su trabajo en arquitectura. Su obra más conocida en este campo es la fachada de la Catedral de Granada, que proyectó en 1664. Este proyecto reemplazó al realizado por el arquitecto Siloé y ha sido considerado uno de los ejemplos más originales de la arquitectura hispánica. Aunque Cano falleció antes de que se completara, su diseño marcó un hito en la arquitectura religiosa de la época. Posteriormente, en el siglo XVIII, se añadieron relieves a la puerta de la catedral.

Hoy en día, Alonso Cano sigue siendo considerado uno de los grandes maestros del arte barroco en España. Su habilidad para fusionar el Renacimiento y el Barroco le permitió crear un estilo único que marcó una transición entre dos grandes períodos artísticos. La influencia de su obra puede verse en la escuela andaluza, que siguió sus enseñanzas y extendió su legado. En la actualidad, sus esculturas, pinturas y proyectos arquitectónicos siguen siendo admirados por su maestría técnica y su profunda capacidad de expresión.

Su figura también es relevante dentro del contexto de la historia del arte español, al ser uno de los artistas más importantes del Siglo de Oro. La obra de Cano no solo enriqueció el panorama artístico de su época, sino que también influyó en generaciones posteriores de artistas, como su discípulo Pedro de Mesa.

Alonso Cano fue un artista multifacético, que, a través de su pintura, escultura y arquitectura, dejó una marca indeleble en la historia del arte. Con su carácter fuerte y su lucha por conciliar lo real con lo ideal, logró dar forma a una obra que refleja el espíritu de su tiempo. Sin duda, Cano es un referente obligado para entender el desarrollo del arte en la España barroca y su influencia perdura hasta el día de hoy.




 

 

Murió, en extrema pobreza, el 3 de septiembre de 1667. Uno de sus discípulos, Atanasio Bocanegra, le retrató en sus últimos momentos. Este cuadro se conserva en el Museo de Bellas Artes de Sevilla.

 

 

 

 

 

 

Para la realización de este artículo, se han consultado diversas fuentes: WikipediA, Biografías MCN, Web del Museo del Prado, Historia General Geografic. De donde se han obtenido, también, las imágenes.





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Ramón Martín

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