Benito de San Juan
Benito
San Juan nació en 1727. Tenía vínculos familiares con los Palafox. Aunque se
desconoce cómo fue su infancia, se sabe que fue teniente coronel del Regimiento
de Húsares españoles, participando a las órdenes directas de Godoy en el Ejército de Extremadura
durante la guerra contra Portugal de 1801. En esta campaña, su unidad tuvo
una destacada acción en Arronches, lo que fue un factor a favor para que, en
marzo de 1802, fuera ascendido a coronel, dándole el mando de los “Escuadrones
de la Guardia del Generalísimo”. Ese mismo año, ascendió a brigadier. En
1805, recibió el despacho de mariscal de campo, siendo designado al año
siguiente para el recién creado Gobierno Militar y Político de Vizcaya,
que había sido creado tras la sublevación de la comarca de Bilbao conocida como
“la Zamacolada”.
En 1807 fue nombrado Inspector general de
Infantería y en 1808 le encontramos en Madrid como Inspector general de
la Caballería de Línea. Se le asignó el mando del denominado “Exercito
de Castilla la nueva en Somosierra”, ante las vacilaciones del general
Eguía. Consciente de la inferioridad de sus tropas ante el considerado mejor
ejército de Europa, preparó la defensa lo mejor posible. El 30 de noviembre
combatió al mando de sus tropas frente a las fuerzas imperiales que atacaron
las posiciones españolas en Somosierra en la acción
dirigida personalmente por Bonaparte. Se batió cuerpo a cuerpo
contra la caballería ligera de la guardia polaca de Napoleón, recibiendo
varias heridas en la cabeza. Tras ser derrotado y disperso su ejército, quiso
acudir, junto con el brigadier Heredia a defender Madrid con las escasas
fuerzas disponibles, pero, la indisciplina de sus tropas se lo impidió, por lo
que tuvo que continuar la retirada hasta Talavera, donde intentó reorganizar
los 7.000 hombres de su maltrecho ejército. Su intento por imponer medidas
disciplinarias para castigar a los que habían tenido un comportamiento cobarde
en Somosierra, junto a su condición de partidario de Godoy, provocaron la
animosidad de ciertos elementos revolucionarios.
El 7 de enero, mientras se encontraba
descansando en una celda del Convento de los Agustinos en Talavera de la
Reina, una parte de sus tropas se amotinaron al parecer guiados por algún
fraile exaltado, las cuales trataban de asesinar a ambos generales. A pesar de
defenderse a sablazos, fue alcanzado por tres disparos, cuando intentaba saltar
por una ventana para salvarse, lo que le provocó la muerte el 8 de enero de
1809. Su cadáver fue mutilado y tras arrastrarle, fue colgado en un olmo que
había entre la población y el río Alberche. La posterior intervención de
algunos miembros de la Junta Central y del coronel Pablo Morillo, consiguieron
restablecer el orden. En la posterior investigación fueron declarados culpables
de su asesinato, un sargento y varios soldados del Regimiento de Montesa,
por lo que su coronel, Juan José Sarden, sería encarcelado durante varios
meses.
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