Pierre Charles Silvestre de Villeneuve
Nacido en Valensoles (Alpes Inferiores) el 31 de diciembre de 1763, en el seno de una familia noble. Al cumplir los quince años entró como guardiamarina en la Marina Real Francesa. Cuando en 1789 estalla la Revolución Francesa, permaneció en Francia, a pesar de su condición nobiliaria, a la espera del desarrollo de los acontecimientos. En 1793 fue nombrado capitán de navío y, tres años después, contralmirante, encomendándosele una expedición, cuyo objetivo era desembarcar en Irlanda para ayudar a los rebeldes católicos, pero fue dispersada por los temporales sin poder alcanzar su destino.
Durante la expedición naval a Egipto, dirigida por Napoleón Bonaparte, dirigió la retaguardia, sufriendo una severa derrotada, por la flota inglesa mandada por el almirante Nelson en la Batalla del Nilo, que tuvo lugar el 1 de agosto de 1798. De cuyo desastre Villeneuve consiguió salvar, solamente, cuatro barcos (entre ellos su buque insignia, el Guillermo Tell), con los que a duras penas consiguió alcanzar Malta. Seis años más tarde, en el otoño de 1804 fue nombrado vicealmirante de la flota de Tolón por orden expresa de Napoleón.
En marzo de 1805, puso rumbo a Cádiz, para unirse a
la flota española, mandada por el general Federico Carlos de Gravina. Según las
órdenes recibidas, Villeneuve debía realizar una maniobra que atrajera a la
flota de Nelson hasta las Antillas, y desde allí, regresar rapidamente
a Europa y asegurar las posiciones en el canal de la Mancha, permitiendo la
invasión de Inglaterra que deseaba Napoleón; plan en el cual no confiaba Villeneuve, pero que
sin embargo, no puso ningún impedimento.
La flota franco-española, tras recalar en Cádiz,
puso rumbo a las Indias Occidentales, conquistando el peñón fortificado del
Diamante, en Martinica, y apresando, en aguas de la Antigua, a un convoy
inglés. Allí, Villeneuve pudo saber que, Nelson les había seguido hasta la Barbada, pero que, una
vez allí, decidió por sorpresa regresar a Europa. En junio, Villeneuve inició
su retorno a Europa, aunque, a causa de un temporal, a la altura de las Azores,
se acercó a las costas españolas. Cerca del cabo de Finisterre se encontró con
la escuadra inglesa del almirante sir Robert Calder, trabando combate
entre una espesa niebla. A pesar de la inferioridad de los ingleses, la batalla
concluyó sin un claro vencedor, y Villeneuve tomó la decisión de retirarse
hacia El Ferrol.
Si en lugar de tomar la derrota de las Azores, al regresar
de las Antillas, Villeneuve hubiera escogido la ruta que pasa a cien leguas al
norte de las islas, hubiera arribado a El Ferrol antes de que la escuadra de Calder,
se reforzara con la flota del almirante Stirling. Esta decisión le hizo perder
gran parte de su prestigio ante Napoleón y ante sus propias tropas.
Desde El Ferrol puso rumbo a Cádiz, desobedeciendo
la orden de Napoleón, que era dirigirse al canal de la Mancha, donde
debía reunirse con las flotas de Rochefort y Brest para
presentarse ante Boulogne y acometer la invasión de Inglaterra. Su
desobediencia hizo fracasar el plan de Napoleón, aumentando su descrédito ante el emperador. En
Cádiz se le sumaron algunos navíos españoles, y recibió la orden de dirigirse hacia
Nápoles, donde desembarcaría tropas, para después, atacar a un convoy británico
que se dirigía a Malta y retornar a Tolón. Pero, estando aún en puerto, supo
que había sido sustituido por el almirante Rosily. Llevado por la
necesidad de restituir el prestigio perdido, dio orden de zarpar, pese a las advertencias
de los generales españoles. A pesar de lo cual, la escuadra franco-española
partió sin organizar una reserva que, desde barlovento, pudiera acudir en caso
de necesidad, algo que le fue recomendado el general Gravina.
El 21 de octubre de 1805, la flota combinada fue
atacada por la inglesa de Nelson, a la altura de Trafalgar, y allí tuvo lugar el combate naval de Trafalgar. Tras la derrota
sufrida, regresó a Francia en 1806, siendo llamado a París para responder de los
graves cargos que se le imputaban en relación con sus acciones en El Ferrol y
Trafalgar. Deseoso de defender su actuación, camino de la capital, recibió una
carta del duque de Decrés en la que le ordenaba que no compareciera
ante el emperador. Ante esto y para evitar la infamia, se quitó la vida el 22
de abril, en una habitación de hotel de la ciudad de Rennes.
Ramón Martín
Muy buena entrada y que nos gustó a pesar de ser de un tipo muy particular y que nos metió en un gran lío del que salimos muy mal. Si hubier hecho lo que hizo al final posiblemente nos hubieramos librado de Trafalgar. Un incapaz con mucho mando. Felicidades. Saludos!
ResponderEliminarRealmente nos metió en una situación muy muy difícil. Y en mi opinión por miedo a Napoleón y algo también de su carácter timorato.
EliminarDesde luego es un lujo leerte, la de historia que estoy conociendo. Un placer. Saludos
ResponderEliminarMe alegra poderte servir.
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