Ferdinando Carulli
Ferdinando
Carulli, cuyo nombre completo era Ferdinando María Meinrado Francesco Pascale
Rosario Carulli, vino al mundo en la ciudad de Nápoles —entonces capital del
reino del mismo nombre—, en el seno de una familia de clase media alta,
encabezada por Michele Carulli, un conocido escritor y secretario de las
cortes napolitanas, Desde su infancia recibió clases de teoría de la música,
aprendiendo a tocar el violonchelo con un sacerdote. Al mismo tiempo entró en
contacto con la guitarra, que en ese momento no era el instrumento clásico
solista que conocemos hoy en día, aunque si se utilizaba para acompañamiento de
canciones, siendo muy popular entre la población. En las calles de Nápoles se
tocaba noche tras noche por los amantes a sus seres queridos.
Carulli se sintió fascinado por las posibilidades de la guitarra,
y con 16 años decidió dedicarse exclusivamente a sus estudios. Más le fue
imposible encontrar un maestros, por lo que se vio obligado a aprender la
técnica él mismo. Se puso a trabajar con tanto celo que, a los veinte años, ya
era considerado el guitarrista más destacado de Nápoles. Decidido a buscar fortuna
fuera de su ciudad natal, en 1796 se trasladó a Livorno (Toscana), donde
conoció a la que sería su esposa Marie-Joséphine Boyer. Aunque las
fuentes de esa época son bastante escasas, parece seguro que pasó algún tiempo
en Augsburgo y Milán. En 1807 publicó sus primeras obras en la editorial «Casa
Ricordi».
Tras un corto periodo de tiempo en Venecia y Viena, se sintió
atraído por París, a donde llegó en abril de 1808, para no volver a salir. Allí
dio varios conciertos con gran éxito abrumador. En poco tiempo logró introducir
la guitarra en la clase alta de la capital francesa mostrando las posibilidades
que tiene la guitarra en unas manos expertas, siendo considerado el número uno en
los salones aristocráticos. No era el más embriagador y además carecía del
temperamento de, su compatriota Giuliani. Su estilo se caracteriza por,
el entonces inusual uso de técnicas del violín y el piano. Parecía realizar
todo, aparentemente, sin esfuerzo. Manteniéndose, siempre, como el genial
maestro de su instrumento. Además, fue uno de los primeros guitarristas en
dejar crecer las uñas de su mano derecha para que las cuerdas no pudieran ser
golpeadas sólo con la punta del dedo.
Carulli se mantuvo durante muchos años, como el rey de la escena
guitarrística parisina, en dura competencia con otros guitarristas populares como
Matteo Carcassi o Francesco Molino. Pero cuando Fernando
Sor apareció en los escenarios parisinos en 1823, su estrella comenzó a
declinar, ya que, una generación más joven se sintió atraída por las obras de Sor
y su moderna interpretación, por lo que Carulli se centró, cada vez más, en la
enseñanza y en la difusión de sus obras. Desafortunadamente, muchas de sus más
bellas piezas fueron rechazadas por los editores por su dificultad. A
consecuencia de lo cual, Carulli de convertirse en editor. Pero, la mayoría de
sus grandes obras nunca fueron publicadas, razón por la cual sintió que no
merecía su buena reputación como compositor. Pero algunas obras demuestran la
calidad de su música, como los Seis Andantes Op. 320 (dedicado a Matteo
Carcassi), o las Improvisaciones Musicales Opus 265, 45 preludios en
diferentes tonalidades.
Pero las piezas más importantes, son sus obras para dúo de
guitarras. Aquí su Extraordinaria inventiva combina con su sentimiento por la
forma galante y su innata musicalidad italiana. Pero consideró que la principal
tarea de su vida era perfeccionarse en la guitarra y avanzar en su desarrollo
técnico. Fruto de este trabajo fue su Método Op. 27, con cuatro
ediciones y que fue, posteriormente, reeditado en su Op. 241, que fue el
primer método completo de enseñanza de la guitarra. Por lo que, a partir de la
década de 1830, muchos guitarristas viajaron a París para estudiar con él,
haciendo de su método el modelo estándar de las lecciones de guitarra clásica. Además,
encontró tiempo para publicar otras obras teóricas como un Méthode complète,
op. 293 para guitarra de diez cuerdas; un tratado de armonía; un tratado
sobre la guitarra como instrumento de acompañamiento y varias colecciones de Vocalises
and Solfèges. Además de la técnica, también se ocupó de los aspectos
específicos del instrumento, convirtiéndose en uno de los pioneros de su forma
clásica.
A principios del
siglo XIX, la forma de la guitarra que conocemos no existía. El primer
instrumento de Carulli, es probable, que se asemejaba a un laúd, con cinco
pares de cuerdas, con un sonido poderoso al tocar los acordes, aunque no era
adecuado para tocar las melodías de la música clásica. Además, el cuerpo del
instrumento era más pequeño, produciendo un sonido menos resonante, más
parecido al del ukelele. Tras una estancia en Nápoles, donde ya se había abandonado
la doble cuerda y se experimentaban diversas formas, continuó estos esfuerzos
junto con el fabricante de instrumentos francés René François Lacôte.
Juntos le dieron a la guitarra un cuerpo más plano, haciendo más prominentes
las protuberancias en su costado, dándole así, una mayor superficie y mejorando
su volumen y sonido. Junto con Lacôte desarrollaron una guitarra de diez
cuerdas —una guitarra con cuatro cuerdas de bajo adicionales—, para la que escribió
un libro de texto.
Carulli
permaneció muy considerado hasta el final de su vida. Murió, el 17 de febrero
de 1841.
Un ejemplo de sus
trabajos lo encontramos en su Estudio
1 para guitarra, o su Ouverture (from the method).
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