Juana de Arco

 


    Nace Juana el 6 de enero de 1412, en la comuna francesa de Domrémy, en la región de Champaña-Ardenas (Francia) el 6 de enero de 1412. Hija de Jacques de Arco e Isabelle Romeé, campesinos de una economía acomodada. La sangrienta y brutal Guerra de los Cien Años, marcó su infancia. En ella se enfrentaron el primogénito de Carlos VI de Francia contra Enrique VI de Inglaterra con el propósito de obtener el control del trono francés. Mientras las tropas de ambos bandos asolaban el país, Juana, que contaba tan solo trece años, tuvo una serie de visiones que dieron un cambio a su vida.

    Juana que, por aquel entonces, era una adolescente analfabeta que vivía en Domrémy, zona de los Armañac, rodeada por los borgoñones, tuvo la mencionada revelación, y aquel ángel enviado por Dios, le dijo que debía ser buena, ir a la iglesia, y ponerse al lado de Carlos VII, para expulsar a los ingleses de Francia. Juana se quedó asombrada: ¿Cómo una chica pobre que no sabía nada guerras, ni leer ni escribir, iba a hacer algo semejante?




    Aun así, llevada por la visión, emprendió su camino, presentándose vestida de chico en Chinon, donde estaba Carlos VII, acompañada por seis hombres armados. El monarca mostró la mayor de las cautelas, algo esencial ante quien afirmaba haber tenido una visión profética de la voluntad de Dios; además era una mujer, apariencia que el demonio utilizaba en ocasiones. La sometieron a interrogatorios teológicos, e incluso comprobaron su virginidad. Pero su mensaje fue calando, y le dijo a Carlos que: si le daba un ejército, expulsaría a los ingleses y le llevaría a Reims para que fuera coronado.

    Carlos la permitió acompañar al ejército que debía acabar con el asedio a Orleans. No se sabe, a ciencia cierta, qué papel jugó en la batalla, pero su presencia se convirtió en un motivo de esperanza para los soldados. A esas alturas, Juana había convertido esa guerra en una contienda religiosa. Luego cayó Reims—donde fue coronado, siguiendo la tradición Carlos VII. Más tarde se inició el asalto de París. Tras una breve tregua, fue capturada por los borgoñones. Aunque realizó varios intentos de fuga, fue finalmente entregada a los ingleses, que la juzgaron por herejía. En el proceso, irregular y lleno de trampas, ella mostró una habilidad impropia de una niña de su edad. El juicio, en realidad, no tenía otro motivo que declarar a Carlos VII seguidor del maligno, para así desprestigiarlo frente al pueblo.

    Tras tres meses defendiendo su inocencia, fue declarada culpable y quemada en una plaza de Ruan el 30 de mayo de 1431. Un destino triste e injusto que empujó al papa Calixto III a revisar su proceso de ejecución. Siendo beatificada y canonizada el año 1920, el mismo en que fue proclamada patrona de Francia, país por el que dio la vida.

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