Luis de Córdova y Córdova

 

    Había nacido en Segovia el 4 de diciembre de 1721, y pronto sentó plaza de guardiamarina en la compañía del departamento de Cádiz, donde sirvió con brillantez, hasta ser ascendido a capitán de fragata en agosto de 1747. Mandando el navío “América”, en aguas del cabo de San Vicente, entablaron combate contra los navíos argelinos “Danzig”, capitana de Argel y “Castillo Nuevo”. A las primeras descargas, el “Castillo Nuevo” se retiró, mientras el “Danzig” seguía combatiendo. El cual, al perder la mitad de su dotación, arrió la bandera y hubo que quemarlo al no poderse utilizar. Por esta acción concedió el rey a Córdova una encomienda de la Orden de Calatrava.

    Por aquel entonces no existía el grado de brigadier, por lo que ascendió directamente a jefe de escuadra el 13 de julio de 1760. Mandó una flota con destino a América, regresando con ella a Cádiz en marzo de 1774. Ascendió a teniente general en diciembre, y en 1778, recibiendo el mando una escuadra combinada hispano-francesa, compuesta por sesenta y ocho navíos. Con ella penetró en el canal de la Mancha haciendo retirarse a los británicos al abrigo de sus puertos, además de apresar al navío “Ardent” de 64 cañones. Por esta campaña recibió, como obsequio del rey de Francia, una caja de oro ricamente guarnecida de brillantes con la expresiva dedicatoria: "Luis a Luis". Por su parte el rey de España le concedió la gran cruz de Carlos III, por aquella época la más valiosa distinción.

    Los frutos obtenidos en esta campaña no fueron muy copiosos, ya que surgieron diferencias de opinión entre el mando francés y el español. El primero quería a toda costa destruir la escuadra enemiga, para después efectuar el desembarco proyectado en Inglaterra. Sin embargo, los españoles abogaban por el desembarco inmediato, ya que la escuadra enemiga no era suficientemente poderosa para evitarlo. Durante las dilaciones, los británicos, se fueron preparando, hasta que el mal tiempo hizo que la escuadra combinada se retirara a Brest.

    En esta campaña, los buques españoles empezaron a usar los barómetros marinos, cuando aún no los tenían los franceses. El general francés, conde de Guichen, se admiraba de que Córdova tomase ciertas precauciones de mal tiempo cuando aún lo hacía bueno y que mandase suspenderlas cuando aún se estaba en los finales de un temporal y a ellos les parecía plena fuerza de él. Preguntó el almirante francés a Mazarredo de dónde provenía semejante previsión y el mayor general el enseñó los barómetros, que le maravillaron.

    Mandando Córdova la misma escuadra combinada y hallándose en el cabo de Santa María, el 9 de agosto de 1780, apresó un convoy británico de más de cincuenta y cinco velas, escoltado por tres fragatas de guerra que pasaron a la marina real de España con los nombres de “Colón”, “Santa Balbina” y “Santa Paula”, conduciéndolos a Cádiz. En 1781, en el canal de la Mancha, sufrió la escuadra violentos temporales sin experimentar males de consideración, gracias a las acertadas disposiciones que tomó Córdova secundado por su mayor general José de Mazarredo. En dicha campaña también le cupo el éxito de apresar otro convoy británico de veinticuatro velas. En estos combates, destacó la buena instrucción de las dotaciones españolas, fruto de los desvelos del mayor general, secundado eficazmente por Escaño, a la sazón ayudante de la mayoría. Se empezaban a sentir, lo que había de convertirse después en las ordenanzas de la armada, producto de laborioso trabajo y experiencia de estos dos eminentes marinos.

En 1782 mandó las fuerzas navales combinadas que atacaron la plaza de Gibraltar, cuando el general Barceló mandaba el ataque a corta distancia y después, cuando aquél cesó en este mando y se produjo el ataque de las baterías flotantes, mandadas por el general Ventura Moreno, apoyó con el fuego de sus buques; cuando fueron incendiadas éstas por las balas rojas de los defensores, envió sus embarcaciones menores a apagar los fuegos y salvar a las dotaciones.

    En Gibraltar se defendía valerosamente el general británico Elliot. Como en la plaza faltaban suministros, le fue enviado un convoy con aprovisionamientos, escoltado por una escuadra de treinta navíos mandada por el almirante Howe. Le salió al encuentro Córdova con sus fuerzas, pero las enemigas, aprovecharon un temporal y pasaron los recursos a la plaza. Se perdió el navío español “San Miguel”, arrojado por la tempestad bajo los mismos muros de Gibraltar. Cuando lord Howe volvía al Atlántico, Córdova le salió de nuevo al paso y se trabó un combate, el 20 de octubre de 1782, frente al cabo Espartel. Donde los británicos admiraron "el modo de maniobrar de los españoles, su pronta línea de combate, la veloz colocación del navío insignia en el centro de la fuerza y la oportunidad con que forzó la vela la retaguardia acortando las distancias". El combate duró cinco horas. Los buques enemigos rehuyeron continuarlo. El coloso español, "Santísima Trinidad", sólo pudo hacer una descarga completa, de todas sus baterías.

    El 30 de enero de 1783, se firmó la paz con la Gran Bretaña, por la cual se restituía a España la isla de Menorca y La Florida. El rey premió los servicios de Córdova nombrándole director general de la Armada el 7 de febrero de 1783 y poco después capitán general. Permaneció con tan alto grado hasta su muerte, sucedida en San Fernando el 29 de septiembre de 1796.

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