Luis María Daoiz y Torres

 


Nacimiento: El 10 de febrero de 1767 en Sevilla.

Fallecimiento: El 2 de mayo de 1808 en el cuartel de Monteleón de Madrid.

Cargo: Capitán de Artillería del Ejército Español

 

BIOGRAFÍA

    Nacido en Sevilla el 10 de febrero de 1767, de padre navarro, don Martín Vicente Daoiz Quesada y madre andaluza, doña Francisca de la Torre Ponce de León. Su padre fue nombrado alguacil mayor y regidor perpetuo, primero de Gibraltar y después de San Roque; trasladándose allí la familia, que poseía señoríos en Navarra, así como diverso patrimonio en la provincia de Cádiz.

    Luis Daoiz estudió en el Colegio de San Hermenegildo de Sevilla, ingresando después en el Real Cuerpo de Artillería que había abierto su Colegio en el Alcázar de Segovia, en 1764, fundado por el conde de Gazola con el impulso de Carlos III, y que se convertiría en una de las academias militares más prestigiosas de Europa, El aspirante Daoiz tras presentar su Memorial, acreditando ─como era menester, según las normas de ingreso de 1763─ debidamente sus orígenes y calidad, se incorporó como caballero cadete el 13 de febrero de 1782. Allí estudió el cadete Daoiz, recibiendo aquella formación de elite, incluyendo además de las materias científico-militares, tres lenguas, esgrima y baile.

    Daoiz ingresaba así en un cuerpo de los Ejércitos Borbónicos con todas sus ventajas, pero con algún inconveniente: en Artillería estaba establecido desde su fundación en 1762, el ascenso por rigurosa antigüedad y no por méritos de guerra, lo cual determinaba una mayor lentitud en los ascensos de los oficiales de este cuerpo que la podían tener los oficiales de infantería. Daoiz será al mismo tiempo capitán de Artillería y teniente coronel de Infantería, lo que explica que en la primavera de 1808, fuera un veterano capitán de artillería con 41 años, siendo de los 15 más antiguos del Cuerpo en espera de un próximo ascenso.

    En su Hoja de Servicio consta que tocó todas las actividades de la profesión artillera desde que en enero de 1787 fue ascendido a subteniente de artillería. En dichas Hojas de Servicio, fechadas en 1791 y 1808, encontramos que, su primer destino fue la plaza de Ceuta. Destino que solicitó voluntario para colaborar en su defensa, mandando una batería. En 1791 pasó a Orán agregado a la Compañía de Minadores. En febrero de 1792 ascendió a teniente de Artillería interviniendo en la segunda campaña de los Pirineos, pero el 25 de noviembre de 1795 fue hecho prisionero de guerra y trasladado a Toulouse donde permaneció 9 meses en cautiverio, regresando a Barcelona en octubre de 1795. En la Guerra con Inglaterra, tras el bombardeo de Cádiz, se le otorgó el mando de una “tartana cañonera con hornillo de bala roja” a las órdenes de Mazarredo, embarcando a continuación en el navío San Ildefonso, en el dio dos vueltas al mundo que le valieron la concesión de dos simbólicos zarcillos, que se conservan en el Museo del Ejército. En esa etapa de su vida, le fueron muy útiles los tres idiomas aprendidos en el Colegio Artillero. En marzo de 1800 al recalar en La Habana conoció su ascenso a capitán de Artillería.

    A su regreso a la península, en 1802 fue destinado al Tercer Regimiento del Real Cuerpo de Artillería en Sevilla, desempeñando en 1803 una comisión técnica en la Fábrica de cañones de bronce de Sevilla, donde se experimentaba con la fundición de piezas de a 8, para el servicio de la artillería a caballo. Daoiz evaluó positivamente estas piezas en contra del obús de Ordenanza utilizado hasta entonces. Pasó, a continuación, de Sevilla a Madrid, reclamado para formar parte de una comisión de oficiales, encargados de reunir documentación dispersa por las unidades artilleras y comenzar a redactar la primera Historia de la Artillería Española.

    En los primeros meses de 1808 lo encontramos destinado como Jefe del Detall en el Parque de Artillería de Monteleón, donde se almacenaba el armamento de la plaza, además de ser la sede del Real Museo Militar de Madrid desde 1802, estando a cargo de los artilleros por expreso deseo de Godoy.




EL 2 DE MAYO EN MADRID


    El levantamiento no fue espontáneo, pues se han conocido los movimientos previos del pueblo y de algunos de militares de la guarnición de Madrid. Desde principios de año, las reuniones que se producen en casa del artillero Francisco Novella, con la participación de Daoiz, Velarde, Antonio Almira y Razón, han pasado a la historia como “la confabulación de los artilleros”. Las misiones se repartían entre el reflexivo Daoiz, y un impulsivo Velarde, quien diseñó un plan, mientras el sevillano se ocupó de coordinar la fabricación clandestina de cartuchería, además de contactar con compañeros de otras plazas. El domingo 1 de mayo, en Madrid, fue un día cargado de rumores, al conocerse la prevista salida al día siguiente, de los dos únicos hijos de Carlos IV y María Luisa que aún se encontraban en Madrid. Al alba, la inquietud del pueblo, se tornó en crispación, en tres escenarios: Palacio, Puerta del Sol y Monteleón. Pronto se producen las primeras víctimas mortales, aumentando los enfrentamientos en diferentes lugares de la ciudad. Las tropas imperiales estaban reforzadas por los mercenarios “mamelucos”, los cuales se emplearon con notoria violencia. El pueblo se había hecho fuerte en la zona de la Puerta de Toledo, Puerta del Sol, Plaza Mayor y el Parque de Artillería de Monteleón. Se produjo alguna filtración de gran incidencia en el resultado de la jornada. El propio capitán Velarde hizo partícipe al ministro O’Farril del plan secreto contra los invasores. Cuando Daoiz escuchó los pormenores de su conversación con O’Farril, pronunció una frase que habría de ser premonitoria: “todo está perdido, pero tú y yo sacrificaremos la vida por España”. Así encabezaron los dos artilleros una desigual resistencia contra el invasor, que fue el detonante de otras y causa directa del estado de guerra contra los que, hasta ese momento, eran nuestros aliados.

    Fue decisiva para Daoiz, en aquel 2 de mayo, la resistencia en el Parque de Monteleón. Los franceses tomaron la decisión de asaltar el Parque, ya que según informaciones del general Foy, allí había 10.000 fusiles, junto a 26 piezas de artillería. Ante la inquietud popular, Velarde arengó a la multitud, llevándolos al Cuartel de Voluntarios del Estado donde se encontraba el teniente Ruiz, el cadete Afán de Ribera y 30 soldados, dirigiéndose más tarde, todos ellos, al Parque de Artillería, donde se encontraba el capitán Daoiz, quien había recibido orden de no unirse al pueblo que pedía ser armado. Al llegar Velarde y su comitiva, Daoiz ya había decidido resistir, y juntos decidieron desobedecer las órdenes. Velarde redujo a la guardia francesa de Monteleón, procediendo a entregar armas al pueblo, haciéndose fuertes en el Parque con pocas piezas de artillería y escasa munición, conscientes del fracaso, aunque convencidos de que la resistencia ante el invasor era la única salida digna.

    Comienza en Monteleón un cruento y desesperado combate que duró tres interminables horas. Unos veinte soldados, apoyados por unos cien paisanos, junto a algunas mujeres que colaboraron suministrando la munición, se enfrentaron a los dos mil franceses, mandados por el general Lefranc, en un combate desigual. Los españoles dispusieron las piezas de artillería a puerta cerrada, lo que sorprendió y diezmó a los franceses, que fueron rechazados dos veces consecutivas, pero en el tercer intento de asalto ejecutado por dos batallones, el daño fue definitivo. Las heridas de Daoiz, no le impidieron herir al propio Lefranc, mientras Velarde moría en el acto, al recibir un disparo en el pecho. Caídos ambos, se dio por finalizado el combate. El teniente Ruiz también resultó gravemente herido y murió en Badajoz unos días después. Daoiz herido siguió peleando, pero cayó bajo las bayonetas francesas. Trasladado a su domicilio en la calle de la Ternera, falleció cuatro horas después, siendo amortajado con su uniforme y enterrado junto a Velarde en la bóveda del convento de San Martín para evitar profanaciones, Francisco Novella guardó la llave del ataúd, entregándosela al final de la guerra al Director General de Artillería, Loygorri, El 1 de mayo de 1814, sus restos fueron exhumados junto a los de Velarde y trasladados al Parque de Monteleón donde se estableció la capilla ardiente, al día siguiente fueron trasladados hasta San Isidro el Real donde permanecieron 27 años junto a otras víctimas del 2 de mayo. En 1841 fueron todos trasladados al obelisco de la Plaza de la Lealtad, en el Paseo del Prado.

    Las urnas funerarias de los dos capitanes llegaron al Alcázar de Segovia, donde ambos habían estudiado. Al abrirlas se halló el uniforme con el que Daoiz fue amortajado. Restaurada la casaca, esto ha arrojado datos sobre la muerte del capitán, su estudio forense concluye que fue herido por una bayoneta de frente (no por la espalda como se había divulgado) y que al permanecer en pie sobre un cañón, se produjo una hemorragia que le llevó a la muerte. Las Cortes determinaron perpetuar la memoria de estos dos héroes acordando que, todos los años se conmemorara el 2 de mayo en el Colegio Artillero con una lección magistral. A principios del siglo XX, casi cien años después, la Regencia acordó levantar un grupo escultórico dedicado al 2 de mayo en la Plazuela del Alcázar. El 6 de mayo de 1908, durante la ceremonia de colocación de la primera piedra, el presidente del Gobierno Antonio Maura, pronunció estas palabras: “estas justicias tributadas al pasado, estos alientos que del ejemplo suyo recibirán los venideros, forman la continuidad esencial de la Patria. Esto es Patria: comunión de los que fueron con los que vendrán…”.

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