André Marty
André Marty nació en la ciudad francesa de Perpiñan, el 6 de noviembre de 1886, en el seno de una acomodada familia de izquierdas, dedicada a la industria del vino. Al fracasar en una oposición realizada para ingresar en la prestigiosa École Navale, se convirtió en aprendiz de calderero. Posteriormente se enroló en la Marina francesa, como oficial mecánico del acorazado Jean Bart. Navío que, junto al France, fueron enviados al Mar Negro para ayudar al Movimiento Blanco durante la Guerra Civil Rusa. El 19 de abril de 1919 fue uno de los líderes de los denominados Motines del Mar Negro, que se oponían a la intervención francesa en contra de los bolcheviques. Durante este conflicto, Marty se ganó tanto la amistad y la confianza de figuras clave de la Revolución Rusa, entre ellas, el propio Stalin. Este episodio solidificó su relación con los líderes soviéticos, además de permitirle jugar un importante papel en las dinámicas políticas internacionales de la época.
Dicho Motín del mar Negro se desarrolló en el contexto de la Revolución Rusa, cuando varias naves de la Armada soviética, en un acto de insubordinación, se rebelaron contra las autoridades bolcheviques. Marty, quien ya había demostrado su lealtad al régimen soviético, desempeñó un papel importante en la resolución del conflicto.
Su carrera política coincidió con una Profunda transformación social y política en Europa, ya que a finales del siglo XIX y principios del XX, el continente estaba en pleno auge de los movimientos obreros y socialistas, que buscaban la alternativa al sistema capitalista que dominaba la sociedad del momento. La Revolución Rusa de 1917 fue decisiva, puesto que instauró el primer Estado Socialista, con el liderazgo de los bolcheviques, lo que generó una fuerte influencia sobre los movimientos comunistas en todo el mundo. Se unió al Partido Comunista de Francia, su activismo dentro del partido y su ideología comunista lo llevaron a ser elegido como diputado por dicho Partido Comunista. Su creciente protagonismo lo posicionó como una figura destacada dentro de las esferas del poder dentro del Partido, y en 1919 se convirtió en miembro del Comité Central del Komintern (ECCI), la organización internacional que unía a todos los movimientos comunistas del mundo. En ese mismo periodo, asumió el papel de redactor jefe del periódico L’Humanité, un medio de comunicación fundamental para la propaganda del Partido Comunista. Periódico que fue una herramienta clave en la divulgación de la ideología comunista en Francia y en otros países de Europa, consolidándose, bajo la dirección de Marty, en uno de los principales altavoces del comunismo en el país.
Posiblemente, uno de los momentos más trascendentales de su vida ocurrió durante la Guerra Civil Española, cuando el conflicto se convirtió en un escenario de confrontación ideológica internacional. Es entonces cuando fue enviado a España por la Internacional Comunista para organizar y dirigir las Brigadas Internacionales, los voluntarios internacionales que lucharon al lado de los republicanos en contra del franquismo.
Marty estuvo involucrado en varias operaciones clave en Aragón y Cataluña. Durante las cuales, su carácter fuerte y autoritario se hizo evidente, lo que le valió el apodo de el carnicero de Albacete. Apodo que reflejaba la brutalidad con la que imponía las órdenes recibidas de la Internacional Comunista, entre las que se incluía la ejecución de cientos de personas, lo que generó un gran rechazo, tanto dentro como fuera de las Brigadas Internacionales.
Combatió en la Batalla del Jarama, y comparte su estancia en España con las dos mujeres de su vida. Hasta 1937, con Pauline Marty, poseedora de un brillante historial marxista, que organiza España el conjunto sanitario internacional y, junto a Tina Modotti el contraespionaje; aunque a partir de diciembre de ese año, tiene una nueva amante, Raymonde, a quien lleva 30 años.
La dureza de sus métodos y su implacabilidad en la lucha hicieron que sus compañeros comenzaran a distanciarse de él. A medida que las tropas sublevadas avanzaban, Marty fue testigo del colapso de la resistencia republicana. Tras la perdida de Cataluña, y con la animosidad creciente hacia él dentro de sus filas, Marty se vio obligado a huir hacia Francia, donde continuó su labor política. No obstante, su influencia, también comenzó a decaer dentro del Partido Comunista francés.
Su figura sigue siendo un tema de debate en la historiografía contemporánea, y su apodo de carnicero de Albacete permanece asociado a su memoria, y su imagen como líder autoritario que no dudó en tomar medidas extremas durante la Guerra Civil Española. No obstante, su papel en la lucha contra el fascismo y su dedicación a la causa comunista continúan siendo reconocidos por aquellos que valoran sus esfuerzos por la defensa de la República Española y el ideal revolucionario.
Su expulsión del Partido Comunista francés en 1953, reflejó las tensiones internas del movimiento comunista de la época. A pesar de este revés, su legado como uno de los principales activistas y líderes dentro del Partido Comunista permanece firme.
El carnicero de Albacete
Le boucher siempre se consideró un catalán de sangre caliente. En un banquete durante la Guerra, cuando los convidados alzaron sus copas por Stalin, él les espetó: "Gritad mejor Viva la República española, Stalin está en Moscú". Su primera presencia en combate, es en el frente catalán en octubre de 1936, y ya se le considera uno de los defensores a ultranza de la disciplina férrea, siendo uno de los principales promotores de aplicar castigos en campos de reeducación, juicios sumarísimos y fusilamientos. Henri Store, comisario político del 13º Batallón de la 14ª Brigada, declarará en la Cámara francesa: "Yo acuso a André Marty de ser el responsable de la matanza de todo el 12º Batallón y de gran parte de la 14ª Brigada; de haber instaurado la injusticia y la delación; y de ser el asesino de 40.000 jóvenes franceses". Llenó las prisiones de brigadistas, enviando a muchos otros a las cárceles de Murcia, Valencia y Barcelona.
Gracias a Marty, se instauraron las llamadas compañías de castigo, que se emplearon en los frentes más duros; cuando a los soldados encarcelados se les promete la libertad a cambio de combatir en primera línea durante un periodo de tiempo. Los indultados forman las compañías de castigo de las que pocos salen con vida. Mientras, en la retaguardia de dichas unidades, se forman cuerpos adiestrados en impedir su retroceso, si es preciso abriendo fuego. Las purgas arrecian tras las derrotas.
Tras el fracaso republicano en la Batalla de Lopera (Jaén) en diciembre de 1936, Marty es uno de los principales promotores de condenar a muerte del comandante del Batallón de la Marseillaise, Gastón Delasalle. No obstante, las mayores represalias tienen lugar tras el desastre de Teruel. Marty protagonizó muchos episodios de locura, uno de ellos, lo narró Valter Roman en sus memorias: Un día, en Alcañiz, cundió el pánico entre los brigadistas al ver acercarse a una unidad sublevada. Los soldados estaban agotados después de varios días de combates y, ante la avalancha enemiga, empezaron a retirarse. Vi a André Marty. Estaba en medio de la carretera, agitando una pistola en cada mano e insultando a voz en cuello. Estaba fuera de sí, completamente enfurecido. Varios hombres se acercaron, temerosos de que empezase a disparar sobre sus propios hombres, y le convencieron de que se marchara. Así evitaron una matanza…
A primeros de abril de 1937 se le obliga a trasladarse a Moscú para justificarse ante Dimitrov, donde afirmaría que, ante los delitos, indisciplinas y espionajes, no ha dudado en "ordenar las ejecuciones necesarias, que nopasan de 500, todas ellas fundamentadas en la calidad criminal de los acusados". A su regreso a la península Ibérica, combate en la carretera de Gandesa en abril de 1938. Y, poco después, realiza la evacuación de las brigadas de la base de Albacete a Barcelona. A finales de ese año, participa en la entrega de armas y el desfile que precede a la evacuación de las brigadas el 28 de octubre de 1938, por la avenida 14 de abril de Barcelona, aunque aún coopera en la defensa de Cataluña junto a los más de 3.000 interbrigadistas que, en enero de 1939, aún permanecen en Cataluña.
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Ramón Martín
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