Francisco de Zurbarán
Nacido
en Fuente de Cantos (Badajoz) el 7 de noviembre de 1598. Hijo de Luis de
Zurbarán, comerciante de origen vasco, y de Isabel Márquez. A los quince años
se trasladó a Sevilla. Su padre, encomendó a Pedro Delgueta que le buscara un
maestro, que le iniciara en el oficio de pintor. Así, desde 1614 a 1617 realizó
su aprendizaje en el taller del pintor sevillano Pedro Díaz de Villanueva,
maestro que ha pasado a la historia solo por serlo de Zurbarán. Es en esta
época cuando Zurbarán conoció a Velázquez
y realizó la primera obra de la que se tiene noticias, la Virgen de las nubes, firmada y fechada en 1616, y el Cristo atado a la columna de 1620 (en una colección privada alemana). Estas obras de su juventud muestran
fuertes rasgos italianizantes y están lejos del tenebrismo y el realismo de su producción,
aunque muestran ya una fuerte personalidad.
Hacia 1617 contrajo matrimonio con María Páez, que era
diez años mayor que él. El matrimonio se estableció en Llerena (Extremadura)
donde permaneció hasta 1628; tuvieron dos hijos: María, nacida en 1618, y Juan,
en 1620, que sería pintor como el padre. De este período son distintas obras,
el cuadro de la Virgen
para la Puerta de Villagarcía en Llerena y las trazas para la fuente de la
plaza mayor, fuente que fue destruida en la guerra civil de
1936; así como quince misterios de Rosario para la iglesia parroquial de Fuente
de Cantos, obras hoy desaparecidas, y el arreglo de un paso procesional en
1622. En 1623 nació su tercera hija, Isabel Paula, y ese mismo año, o en 1624,
murió su esposa. En 1625 contrajo nuevo matrimonio con Beatriz Morales, que era
natural de Llerena y posiblemente también mayor que el pintor, pero que pertenecía
a una de las mejores familias de Llerena.
En 1626 se estableció en Sevilla por invitación del Consejo
Municipal de la ciudad. Debido a la gran celebridad que le dieron las obras
de San Pablo y a su alta reputación como pintor, no tuvo que realizar el
tradicional examen de la Corporación de Pintores de la ciudad. Dicha
excepción provocó las quejas de los artistas sevillanos, entre ellos las del
propio Alonso Cano,
que fueron desatendidas por el Consejo Municipal.
En 1626, el convento dominico de San Pablo del Real
en Sevilla lo contrató para realizar veintiún cuadros, que debían estar
terminados en el plazo de ocho meses. Ahí da comienzo su carrera como pintor de
la vida monástica española. A ellos pertenece La Crucifixión, cuadro muy admirado. Entre 1628 y
1629 realizó el ciclo de pinturas para el colegio franciscano de San
Buenaventura, al que pertenecen obras como San Buenaventura y santo Tomás de Aquino ante el crucifijo, Un ángel da a San Buenaventura
la inspiración para la elección de un nuevo Papa, San Buenaventura en el concilio
de Lyon y Exposición del cuerpo de san Buenaventura. En ellos el arte de Zurbarán aparece definido:
destacando la fuerza realista de los mejores pintores españoles de la época, el
sentido de la ordenación en la composición y de la monumentalidad; y ya utiliza
el fondo oscuro, tan propio de su pintura, elemento que subraya la volumetría
de las figuras y su rotunda presencia.
En agosto de 1628 fue contratado para realizar las
pinturas del convento de la Merced Calzada de Sevilla, donde realizó
veintidós cuadros sobre la vida de San Pedro Nolasco, de los que destacan: Aparición de San Pedro
Crucificado a San Pedro Nolasco y La visión de San Pedro Nolasco, ambas conservadas
en el Museo de la Academia de San Fernando de Madrid. En estas obras, ya
convertido en un pintor de la vida monacal, manifiesta un estilo tenebrista y
sobrio, con figuras estáticas y monumentales, así como una gran simplicidad en
la composición.
El propio Consejo Municipal de Sevilla, le encargó
varias obras, como la Inmaculada
Concepción de la sala del Ayuntamiento, presumiblemente el lienzo
que hoy se conserva en el colegio del Carmen de Jadraque (Guadalajara).
Entre 1630 y 1633 se desarrolló la etapa más fecunda de su obra. Pintó tanto
naturalezas muertas como obras religiosas. De este momento son obras, como: Bodegón con naranjas de 1633,
Bodegón de membrillos,
Agnus Dei, La visión del Beato Alonso
Rodríguez de 1630, La apoteosis de Santo Tomás de Aquino de 1631 encargado por los dominicos, Santa Margarita y el
cuadro de Isabel de
Portugal.
En 1634 fue llamado a Madrid, sin duda favorecido por
Velázquez, su amigo de juventud. Allí participó en la decoración del Salón de
Reinos del Palacio del Buen Retiro, para el que realizó la Defensa de Cádiz contra los
ingleses, la Expulsión
de los holandeses de la isla de San Martín, obra perdida, y diez lienzos
sobre pasajes de la vida de Hércules. Esta estancia en Madrid tuvo una
importante repercusión en su estilo: siguiendo el ejemplo de Velázquez,
renunció al tenebrismo y se adentró en un clasicismo, influido por la pintura veneciana,
en la línea de los pintores Vicente Carducho, Juan Bautista Mayno y Eugenio Cajés.
En 1636 se le concedió el título de pintor del rey.
De vuelta a Sevilla, trabajó, en 1636, en el retablo
de la capilla de San Pedro de la catedral sevillana y en el convento
de la Merced Descalza, para el que realizó obras como San Antonio Abad y San Lorenzo, donde se
hace patente la transformación de su estilo. De esta época son también el retablo
de la iglesia de Nuestra Señora de Llerena, o las pinturas para la iglesia
parroquial de Marchena. Entre 1638 y 1639 pintó varias obras para la cartuja
de la Defensión de Jerez de la Frontera, así como para el monasterio de
San Jerónimo de Guadalupe (Extremadura); este último es considerado su obra
maestra, y es el único que se conserva integró en su lugar de origen. Se trata
de once lienzos entre los que destacan La Misa del padre Cabañuelas y la Visión del padre Salmerón.
En 1639 se quedó viudo por segunda vez, y en 1644 se
casó con Leonor de Tordena. De este matrimonio nacerá Micaela Francisca, en
1645, y José Antonio, de 1646. En los años siguientes nacerían Juan, Micaela,
Marcos, Eusebio y Agustina Florencia. Son los años en los que realizó el retablo
de la capilla de Nuestra Señora de los Remedios de la colegiata de Santa María
de Zafra, o varias obras para la cartuja de Cuevas de Sevilla (San Bruno y el papa Urbano II,
San Hugo en el refectorio
de los cartujos, Virgen
de los cartujos). Destaca también la Anunciación, pintada para el conde de Peñaranda;
en estas obras muestra un estilo en el que el uso del difuminado intenta
atenuar la rigidez de las formas. En su Inmaculada Concepción niña de 1656, se detecta
además una clara influencia de Guido Reni.
Después de 1645, la llegada a Sevilla de artistas como
Murillo hizo que su
estima decayera. Como consecuencia, dejó de recibir muchos encargos, lo que le
obligó a realizar una producción de pinturas de mediocre calidad para ser
exportadas a América. Su situación económica y profesional se deterioró y esto
hizo que en 1658 se trasladara a Madrid en busca de trabajos. Aunque su arte no
pudo adaptarse nunca al gusto impuesto por el pleno barroco, realizó trabajos
hasta el final de sus días. Murió en Madrid el 27 de agosto de 1664, en una
absoluta pobreza.
Para la realización de este artículo, se han
consultado diversas fuentes: WikipediA, Biografías MCN, Web del Museo del Prado,
Historia General Geografic. De donde se han obtenido, también, las imágenes.
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Ramón Martín
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