Alejandro I de Grecia

 


Una de las cosas que distinguen a la Historia, es no ser una ciencia exacta, en función del momento y de quien la cuente; por eso hay ciertas situaciones que no son incluidas en los libros de historia. ¿Cuál es el motivo? Bueno, en realidad llegar a un consenso en los motivos, es algo muy complicado. Puede que ciertas situaciones no sean consideradas relevantes, achacando que nos parezcan más ficción que realidad, o que las fuentes en que hemos entrado, no sean del todo fiables. Pero si algo que no se puede obviar, son los escándalos o situaciones inesperadas que se produjeron, se producen y se producirán, dentro de las monarquías. Simplemente porque son personajes que siempre están de actualidad en los momentos presentes en cada época.

         La historia que traemos hoy incluye un conflicto familiar, un amor prohibido y una tragedia. Una tragedia que fue causada por la muerte de un rey que cambió el destino de la monarquía griega; siendo el responsable de esta un mono.

 

 

 

Alejandro I de Grecia nació en Tatoi (Grecia) el 1 de agosto de 1893. Fue el segundo hijo del rey Constantino I de Grecia y su esposa la princesa Sofía de Prusia. El príncipe recibió una buena educación, pero no como la de su hermano mayor, ya que no estaba destinado a reinar. Mientras su hermano Jorge recibía una parte de su formación militar en Alemania, Alejandro realizó todo su escolaridad en la escuela militar Evélpides, la principal academia militar griega. En esta prestigiosa institución, destacó por su talento para la mecánica, ya que era un apasionado de los automóviles y de las motos, siendo uno de los primeros griegos en adquirir uno.

Entre 1912 y 1913, se distinguió en las Guerras de los Balcanes. Acompañó, junto a su hermano Jorge, a la entrada de su padre, en la ciudad de Salónica, en 1912. Al finalizar la Primera Guerra Balcánica, Salónica y su región pasaron a formar parte de Grecia, con lo que el país aumentó considerablemente su superficie. Poco tiempo después, el rey Jorge I fue asesinado en esa misma ciudad y el padre de Alejandro ascendió al trono con el nombre de Constantino I.

Sucedió a su padre en 1917, una vez que, los aliados, obligaran a Constantino y a su primogénito, Jorge, a exiliarse en Suiza. Al carecer de experiencia se vio privado de poder ante la facción venizelista, siendo hecho prisionero en su propio palacio. Su primer ministro, Eleftherios Venizelos, fue el que, en realidad, gobernó con el apoyo de las potencias de la Triple Entente. Alejandro, convertido en un títere, apoyó a las tropas griegas en su guerra contra Bulgaria y el Imperio otomano, convirtiéndose en el soberano de una Grecia cuyo territorio había aumentado tras la Primera Guerra Mundial.

El 17 de noviembre de 1919, contrajo matrimonio morganático con la aristócrata griega, Aspasia Manos, a la que había conocido en una fiesta ofrecida en Atenas por el mariscal Theodoros Ypsilántis; lo que provocó un escándalo en Grecia y, sobre todo, en la familia real, que la obligó a abandonar el país durante meses.

 

Durante la Primera Guerra Mundial, Constantino I de Grecia se mantuvo neutral, aunque favorable a Alemania y sus aliados de la Triple Alianza, ya que era cuñado del káiser Guillermo II, lo que Esto provocó el distanciamiento son su primer ministro, el cual, protegido por los países de la Entente —especialmente Francia—, formó, en 1916, un gobierno paralelo. El centro de Grecia fue ocupado por los aliados, poniendo al país al borde de hundirse en una guerra civil (Cisma Nacional).

A pesar de esta difícil situación, Constantino I rechazó modificar su política, plantando cara a la Entente y de los venizelistas. Finalmente, el 10 de junio de 1917, Charles Jonnart, alto comisario de la Entente en Grecia ordenó al rey Constantino que se apartara del poder; viéndose obligado a aceptar, ante la amenaza de un desembarco de la Entente en El Pireo, aunque sin abdicar oficialmente. Los Aliados no querían permitir que se proclamara la república en Grecia, por lo que, uno de los miembros de la familia debía sucederle. El príncipe heredero era considerado un germanófilo como su padre, y los aliados decidieron, ofrecerle la corona a un hermano del soberano, el príncipe Jorge de Grecia, pero éste, que no aspiraba a ningún cargo político después de su fracaso como alto comisario de la Creta autónoma entre 1901 y 1905; además, se mostró fiel a su hermano y rechazó categóricamente sustituirle. Debido a lo cual, Venizelos y la Entente eligieron al segundo hijo de Constantino, el príncipe Alejandro, como nuevo monarca. Algo que no contentó a todas las potencias protectoras del reino heleno. El Gobierno Provisional Ruso protestó ante París, exigiendo que Alejandro no recibiera el título de rey, sino solo el de regente con la idea de preservar los derechos del depuesto soberano y su sucesores; pero las reivindicaciones de Rusia no fueron tenidas en cuenta y Alejandro subió al trono como monarca.

La ceremonia de su acceso al trono, el 10 de junio de 1917, estuvo impregnada de tristeza; solo asistieron el rey Constantino I, Jorge, su sucesor, y el primer ministro Aléxandros Zaimis. No hubo celebración ni boato en una ceremonia que se produjo en secreto. De hecho, ni su padre ni su hermano mayor habían renunciado a sus derechos sobre la corona y, Constantino, antes de la ceremonia, explicó a su hijo que si bien iba a ocupar el trono no era el verdadero monarca. La misma tarde de la ceremonia, la familia real abandonó el palacio de Atenas para reunirse en Tatoi. El 12 de junio, el rey, la reina y sus hijos, a excepción de Alejandro, llegaron al puerto de Oropo y tomaron el camino hacia el exilio. Esta fue la última vez que Alejandro estuvo en contacto con su familia.

 

Con la familia en el exilio, Alejandro se encontró aislado por los nuevos hombres fuertes de Grecia. El personal de la monarquía fue reemplazado progresivamente por los enemigos de Constantino I, viéndose el soberano alejado de sus amigos. Se retiraron los retratos de la familia de todas las residencias de Alejandro.

El 26 de junio de 1917, el joven monarca se vio obligado a llamar a Eleftherios Venizelos a la cabeza del gobierno, aunque, inmediatamente se opuso a la vuelta del cretense y este, contrariado, lo amenazó con destituirlo y nombrar un consejo de regencia en nombre del príncipe Pablo, que era menor de edad. Las potencias de la Entente pidieron a Venizelos que se calmara y Alejandro conservó la corona. No obstante, era espiado constantemente por los partidarios del primer ministro, y el monarca se convirtió en un prisionero en su propio palacio. En lo referente a los asuntos de Estado, Alejandro no tenía experiencia alguna y sus ministros tampoco lo ayudaron. Sin embargo, el joven estaba plenamente dedicado a su tarea. Fuera del palacio, sus funciones reales eran limitadas

Al final de la Primera Guerra Mundial, Grecia aumentó sus fronteras de 1914, convirtiéndose así en el soberano de una Grecia que había aumentado alrededor de un tercio. A pesar de todo, los griegos no se mostraban satisfechos por las victorias territoriales conseguidas, por lo que, deseosos por anexionarse Constantinopla y una parte del Asia Menor otomana, invadieron Anatolia buscando tomar Ankara. Este fue el inicio de la Guerra greco-turca, en la que las fuerzas revolucionarias de Atatürk obtuvieron la victoria en 1922.




 

El 10 de junio de 1917, día en que accedió al trono, Alejandro comunicó a su padre su compromiso con Aspasia Manos y le pidió autorización para casarse con ella. Constantino, reticente con la idea del matrimonio de su hijo con una mujer de sangre no real, le pidió que esperara al fin de las hostilidades para comprometerse, Alejandro aceptó aplazar su matrimonio hasta el restablecimiento de la paz en Grecia. El joven monarca cada vez soportaba peor la separación con su familia. En esta situación, el único refugio que tenía Alejandro era Aspasia, por lo que, tomó la decisión de casarse con ella en secreto a pesar de las recomendaciones de su padre y la oposición del primer ministro. La pareja consiguió unirse en matrimonio con un capellán del palacio real, la tarde del el 17 de noviembre de 1919. El religioso juró guardar silencio sobre la ceremonia, pero rompió su promesa ante el arzobispo de Atenas. Según la constitución griega, los miembros de la familia real no debían obtener solo la autorización del soberano para casarse, sino también el de la cabeza de la iglesia ortodoxa de Grecia, por lo que Alejandro I había desobedecido la ley, actitud que causó un enorme escándalo. En consecuencia, el matrimonio, aunque considerado legal, Aspasia no podía usar el título de reina de los Helenos, por lo que fue conocida como señora Manos. A pesar de su oposición hacia este matrimonio, Venizelos autorizó a Aspasia y a su madre a instalarse en el palacio real con la condición de que su unión no se hiciera pública. A pesar de todo, no se mantuvo el secreto y la joven fue obligada a abandonar Grecia para escapar del escándalo, estableciéndose en Roma y París, obteniendo Alejandro autorización para verla, seis meses después. Por fin, Aspasia y su esposo, recibieron el permiso del gobierno para volver a Grecia durante el verano de 1920. Una vez en Atenas, Aspasia residió en casa de su hermana para instalarse, posteriormente, en el palacio de Tatoi.

 

El 2 de octubre de 1920, mientras Alejandro I paseaba por Tatoi. Un mono doméstico, perteneciente al administrador de los viñedos del palacio atacó a Fritz, pastor alemán del soberano, y este, al intentar separar a los animales, fue mordido en la pierna y en el estómago por otro primate. Los criados ahuyentaron a los monos. Las heridas del soberano fueron limpiadas y vendadas, pero no cauterizadas. El soberano no consideró de gravedad lo que acababa de suceder. Sin embargo, Alejandro empezó a sufrir una intensa fiebre a partir de la tarde: sus heridas se acabaron infectando y rápidamente desarrollaron sepsis. Debido a la rápida evolución, los médicos pensaron en amputarle la pierna, pero ninguno quería hacerse responsable. Durante varios días, el joven monarca sufrió atrozmente, y el 19 de octubre comenzó a delirar y llamó a su madre a su lado antes de caer en coma. El gobierno griego no permitió a la reina Sofía entrar en el país. Por fin, la reina Olga, viuda de Jorge I, fue autorizada a acudir a Atenas para reunirse con su nieto, aunque llegó doce horas después de su muerte, a las 4 de la tarde del 25 de octubre de 1920.

Dos días después de la muerte del monarca, se celebró el funeral en la catedral de Atenas. De nuevo, la familia real no estuvo autorizada a volver a Grecia y la reina Olga fue la única pariente del soberano, junto con su esposa Aspasia, presente en el entierro.

Para la familia real de Grecia, el reinado de Alejandro I nunca estuvo legitimado. En el cementerio real, mientras que en las tumbas del resto de soberanos de la dinastía llevan la inscripción «Rey de los Helenos, príncipe de Dinamarca», en la tumba del joven soberano se lee «Alejandro, hijo del rey de los Helenos, príncipe de Dinamarca. Reinó en lugar de su padre del 14 de junio de 1917 al 25 de octubre de 1920».

Para el gobierno heleno, la muerte de Alejandro I abrió la cuestión de la sucesión al trono, así como la forma del régimen. Como el rey se había casado de manera ilegal y por tanto su descendencia no pertenecía a la dinastía reinante en Grecia; conservar la monarquía implicaba encontrar un nuevo soberano. El 29 de octubre de 1920, el gobierno decidió proponer la corona al hermano menor de Alejandro y Jorge, el príncipe Pablo. Que, sin embargo, rechazó ascender al trono mientras que su padre y su hermano siguieran con vida, ya que, ninguno de ellos había renunciado a sus derechos y él no podría llevar la corona que no le llegara de forma legítima. El trono estaba vacante y las nuevas elecciones legislativas se convirtieron en un conflicto entre los partidarios de Venizelos y del exrey Constantino. El 14 de noviembre de 1920, los monárquicos ganaron las elecciones y Dimitrios Rallis se convirtió en primer ministro.


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Ramón Martín


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