Johannes Brahms
Nacido en Hamburgo el 7 de mayo de 1833, en el seno de una
familia modesta, en la que su padre se ganaba la vida tocando en diversas
tabernas y cervecerías. A Johannes, le podemos considerar un músico precoz, ya
que pronto empezó a acompañar a su padre, tocando el violín, he interpretando
música de baile, junto a las melodías de moda. Al mismo tiempo estudiaba la teoría
de la música y piano, primero con Otto Cossel y más tarde con Eduard
Marxsen, el cual pronto supo ver, en su joven alumno, un talento
excepcional, por lo que le proporcionó una rigurosa formación técnica basada en
los clásicos, al tiempo que le inculcaba la pasión por el trabajo, algo que
Brahms conservó toda su vida, el creador del Réquiem dio siempre
prioridad a la disciplina, el orden y la mesura.
Johannes era un excelente pianista, e hizo su presentación en
público el 21 de septiembre de 1848 en Hamburgo, con gran éxito, a pesar de que,
era la composición su verdadera vocación. Llegar a la composición fue un arduo
camino, y uno de los primeros eslabones fue Marxsen; pero,
probablemente, el más importante fue Robert
Alexander Schumann. Tras una corta estancia en la ciudad de Weimar, donde
conoció a Franz
Liszt, Brahms se trasladó a Düsseldorf. Allí entabló contacto con Schumann,
quien quedó maravillado por las dotes del joven artista. La amistad entre
ambos, así como entre el compositor y la esposa del autor de Manfred, se
mantuvo durante toda su vida.
En 1869, siguiendo los pasos de Beethoven,
fijó su residencia en Viena, verdadera capital musical de Europa desde los
tiempos de Mozart y
Joseph
Haydn. Es en Viena donde se consolida su personal estilo, que, partiendo
de unos planteamientos iniciales influidos por la lectura de los grandes de la
literatura romántica alemana y cercanos a la estética de Schumann,
derivó hacia un posicionamiento más clásico, el cual buscaba sus modelos en la
tradición de los clásicos vieneses y en la pureza y austeridad de Bach.
Brahms, al principio de su carrera se centró, casi exclusivamente,
en la producción para piano; pero, paso a paso, fue abordando las grandes
formas instrumentales: sinfonías, cuartetos y quintetos, obras todas ellas
reveladoras de un profundo conocimiento de la composición. A diferencia de la
mayoría de sus contemporáneos, fue partidario de la música abstracta y nunca
abordó ni el poema sinfónico ni la ópera o el drama musical. En donde se
advierte, con mayor claridad, su inspiración romántica es en sus colecciones de
lieder. En el resto de su producción, con gran austeridad y nobleza de
expresión, eludió siempre cualquier confesión personal.
Os recomiendo la lectura de este artículo relacionado con Johannes Brahms en el Blog: EL ARTE DE LAS MUSAS, titulado: SEIS PIEZAS PARA PIANO, OP. 118 BRAHMS.
Ramón Martín
Me gusta mucho sus Danzas Húngaras. Saludos y buen fin de semana.
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