Carme Claramunt i Barot

 


Nace Carme en Roda de Bará (Tarragona), un 28 de septiembre de 1897. Era hija de Joan Claramunt Colina y Josefina Barot Virgilio. La familia vivió en Badalona y Carme fue una militante de Esquerra Republicana y de Estat Catalá. Aunque, por desgracia ha pasado a la historia por ser la primera mujer fusilada por el régimen franquista, el 18 de abril de 1939.  

Fue denunciada, junto a su tía Angélica Picas, por una vecina, por motivos ideológicos, pero teniendo presente que había un motivo de más peso, que no es otro que los intereses económicos. Resulta que, Picas, era la propietaria de la tienda donde trabajaba Claramunt y era su intención, hacerla su heredera. Pronto se presentaron ante ellas un grupo de falangistas, que las detuvieron bajo la acusación de rebelión militar y atentar contra los poderes legítimos del Estado.

El 3 de marzo de 1939, 36 días después de la caída de Barcelona, ante los ejércitos sublevados —cuanta prisa para perseguir a tan “peligroso criminal”—, ingresó en la Prisión de Les Corts. Cinco días más tarde, la Falange entregó un oficio en el que se consideraba a Carme una "Individua peligrosísima. Gran propagandista de las ideas rojo-separatistas" y “sumamente nefasta para el Glorioso Movimiento Nacional", y se la reconocía su afiliación a Esquerra Republicana y a Estat Català. Había mucha prisa por eliminar desafectos, y 27 de marzo, con escaso tiempo para preparar el correspondiente juicio, se celebró este, en el Palacio de Justicia de Barcelona. La sentencia la condenaba a muerte junto con Ginés Sánchez Quiles.

Gracias a Joan Mercadé, hijo de Teresa Ríos, quién también estuvo en la prisión de Les Corts, podemos conservar su última carta, la cual fue escrita en la madrugada del 18 de abril de 1939, horas antes de ser fusilada. El texto íntegro y sin corregir ortográficamente, dice así:


Estimada tieta; Habiendo el juez ya decretado la pena de muerte y me ha dicho que asi lo habia decretado el Generalisimo, esta mañana a las cinco me van a fusilar. Tú sabes que matan a una inocente. Tú no padezcas por mi, porque es la única pena la de dejarte a ti, pero conformate que Dios lo quiere así. Yo desde el cielo rogaré por que a ti no te falte de nada. Tú ya sabes que no morimos, nada más dejamos la tierra.

Tieta, yo no sé cómo decirte lo que quisiera decirte, de palabras de consuelo para que no desesperes, la única cosa que te consolará será el pensar en nuestra conciencia tan limpia. Tú, tia querida, te deseo muchos años de vida y salud. Ya notificarás a mis nunca inolvidables hermanos y sobrinos y a las amistades, que me han fusilado, que yo rogaré por todos por que aquí en la tierra no os falte nada. Tener mucho valor para resistir este golpe que todos tenemos que hacerlo, yo nada más quiero pedir para los otros compañeros y justicia, ya que yo no he podido disfrutar de ella.

Le mando un sinfin de besos y abrazos, su hija que nunca la olvidará


Ese mismo día le habían presentado la notificación de la pena, que se negó a firmar, teniendo que hacerlo los presentes como testigos. Fue sacada, junto a Sánchez Quiles, a las 2 de la madrugada, por las fuerzas que debían ejecutar la sentencia, siendo fusilada, a las 5 de la madrugada en el Campo de la Bota. Fue enterrada, inmediatamente, en una fosa común, tras certificar el médico presente en el acto, su fallecimiento.

 


De los cien badaloneses que, en la posguerra, fueron fusilados en el Campo de la Bota, sólo había una mujer, Carme; la cual tuvo el triste honor de ser la primera de las once, que fueron fusiladas allí. El Campo de la Bota, era una antigua zona de barracas, situadas en el linde de la ciudad de Sant Adrià del Besos y Barcelona. Hoy se la recuerda como la primera mujer catalana ejecutada por el franquismo.

En el Campo de la Bota, el régimen franquista ejecutó a 1.717 personas, entre 1939 a 1952, que no murieron en una guerra. Fueron ejecutadas en la posguerra; por sus ideales republicanos, catalanistas, anarquistas, etc., pero muchas por delaciones o bulos, provocados por celos, venganzas personales o intereses económicos. Todo ello nos pone ante lo más aborrecible de la condición humana. Gracias a todos los que nos ayudan a conocer estas execrables historias.

Ramón Martín


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