Bretón de los Herreros
Manuel Bretón de los Herreros nace el 19
de diciembre de 1796 en Quel, un pequeño pueblo de La Rioja, situado en el
valle del río Cidacos, donde transcurre su infancia, y donde dará muestras de
un ingenio y una enorme facilidad para componer versos. Pronto, Bretón, junto a
sus padres y sus cinco hermanos, llega a Madrid el año 1806, estudiando Humanidades
en el Real Colegio de Padres Escolapios de San Antonio Abad. Poco
después de su llegada, muere su padre, sufriendo la familia apuros económicos,
y como consecuencia, Bretón interrumpirá sus estudios y pasará a vivir con su
tío materno, aunque el mal trato recibido, le empuja, recién cumplidos los quince
años, a alistarse como soldado para luchar contra los franceses en la Guerra
de la Independencia.
Cumplidos los veinte años, aprovecha un
período de permiso, para escribir su primera comedia, A la vejez
viruelas. De su tiempo como militar, es preciso recordar el conocido, pero
no bien esclarecido lance de honor por el cual, estando destinado en Andalucía,
recibió una cuchillada en un ojo que perdió para siempre. Este suceso marcará
definitivamente su imagen. En 1822, abandonó el ejército, aunque, al entrar en
España los Cien Mil Hijos de San Luis, como defensor de la causa liberal,
se incorporó a las tropas del general Torrijos, participando en la Defensa
de Cartagena. Inminente la derrota de los liberales, se refugió en su
pueblo natal, si bien, muy pronto, regresaría a Madrid viviendo de incógnito y
sin empleo. En tales circunstancias, decidió probar suerte en el teatro, dando
a leer su primera comedia, A la vejez viruelas, escrita años
atrás, al actor Joaquín Caprara quien consiguió que se estrenara el 14 de
octubre de 1824. A partir de ese momento Bretón se esforzó en completar su
formación literaria asistiendo al Colegio de San Mateo como discípulo de
Lista. Tradujo numerosas obras del francés, al tiempo que adaptaba, al gusto de
la época, diversas comedias del Siglo de Oro español. Mientras tanto, asiste
a diversas tertulias literarias, donde va obteniendo fama y reconocimiento como
poeta y dramaturgo, obteniendo éxitos como el que le supuso en 1828, A
Madrid me vuelvo.
En 1830 viaja como poeta con la compañía
de Grimaldi a Sevilla, lo que le serviría para conocer los secretos del teatro.
Al año siguiente estrena su más célebre pieza, Marcela o ¿a cuál de los
tres?, comedia en la que una viuda, debe elegir marido entre tres
pretendientes y que termina convirtiéndose en un canto a la libertad e
independencia de la mujer. El mismo 1831, inicia su labor periodística en El
Correo Literario y Mercantil, donde hace crítica dramática y escribe artículos
de reflexión teatral hasta 1833. Actividad, como crítico de teatro, que se extiende
hasta 1836 en publicaciones como La Abeja, El
Universal o La ley, donde aparecerán algunos de sus
mejores artículos costumbristas y composiciones poéticas. A partir de esa fecha
abandonó la crítica teatral, disminuyendo también el volumen de poesías y
artículos de costumbres publicados.
Fue durante la década de los 30 y la
primera mitad de la de los 40 cuando aportó más piezas teatrales y cuando su
obra adquirió una mayor reputación. Su teatro incorpora algunos elementos
nuevos, como el uso de la polimetría, dando entrada a personajes que recogen las
inquietudes de la nueva sociedad que se iba gestando. En este sentido, las
ansias de libertad de algunos de sus héroes cómicos son muestras evidentes de
una sensibilidad que podemos calificar como romántica. Sin embargo, los mayores
éxitos escénicos se fundamentan en dos grandes pilares: la comicidad y la
moralidad. Obras como los dramas románticos Elena, estrenado en
1834 Todo es farsa en este mundo (1835) o La redacción de
un periódico (1836), Don Fernando el emplazado, en 1837; las comedias El
pelo de la dehesa, de 1840, o Muérete y verás, de 1837, piezas
cortas como Una de tantas de 1837, o Un francés en Cartagena de 1843;
y alguna traducción como Jocó o el orangután en 1831 le valieron el
favor del público, el reconocimiento de la crítica y la amistad literatos como
Larra, Espronceda o Hartzenbusch.
En 1837 contrajo matrimonio con Tomasa
Andrés y Moyano, hija de un importante médico madrileño, con quien no tuvo
descendencia. Junto a ella disfrutó de una placentera vida conyugal. Aquel
mismo año fue elegido Académico honorario de la Real Academia Española de la
Lengua. En su discurso de toma de posesión, defendió el uso de la
polimetría en teatro.
Fruto, tal vez, de una posición política
muy pragmática, desde el final del Trienio Liberal, le llevó a moverse en
círculos afines al poder, ocupando cargos de prestigio como el de Director
de la Gaceta de Madrid, en 1843, Administrador de la Imprenta
Nacional, ese mismo año o Director y Bibliotecario mayor de la
Biblioteca Nacional, en 1847 y el de Secretario de la Real Academia
Española, en 1853.
El estreno de una pieza corta
titulada La ponchada, en 1840, le provocó el primer gran desengaño.
La pieza se estrenó con motivo de la llegada a Madrid de Espartero
tras el alzamiento de septiembre. En ella aparecían chistes que molestaron a
algunos milicianos quienes clamaron venganza contra el autor, por lo que,
Bretón, abandonó Madrid, llegando a plantearse el exilio, aunque nunca se llegó
a producir.
La acumulación de cargos, el poco éxito
de sus nuevos trabajos, el cambio de rumbo de la escena española, parecen ser
el origen de una progresiva disminución de su aportación literaria. Su carácter,
inseguro y tímido se fue agriando, apartándose de la vida pública y literaria.
Bretón, se sentía poco valorado e incluso perseguido. En 1849, con el objeto de
demostrar el injustificado encono que sufrían sus obras llevó a la escena, de
forma anónima, la comedia ¿Quién es ella? A pesar de que supuso un
nuevo triunfo, su popularidad siguió disminuyendo al tiempo que cundía su
desánimo. Su última producción, Los sentidos corporales, se estrenó
en 1867.
Murió la noche del sábado 8 de noviembre
de 1873 en su piso de la calle de la Montera, número 43, de Madrid.
Comentarios
Publicar un comentario