Pascual Cervera y Topete

    


Nacido en Medina Sidonia (Cádiz) el 18 de febrero de 1839. El 8 de abril de 1898, con el cargo de contralmirante, salió de Cádiz al mando de la Escuadra del Atlántico, rumbo a Cuba, con la misión de sofocar los brotes independentistas de la colonia.

    



Perdió todo... salvo una cosa: la honra de saber que había cumplido escrupulosamente sus deberes como militar.


    Pero antes de seguir con su biografía, déjenme hacer un comentario, al respecto de este marino español: Fue, sin duda, un héroe que vivió y murió por España. Un almirante que, a sabiendas de que los navíos bajo sus órdenes serían tiroteados por los estadounidenses si salía de la protección del puerto de Santiago de Cuba, cumplió las órdenes del gobierno y se enfrentó a los superiores buques norteamericanos. Su férrea disciplina, le obligó a marchar hacia el exterminio con la cabeza bien alta. Aquel 3 de julio de 1898, como el mismo oficial señaló poco después, “perdió todo... salvo una cosa: la honra de saber que había cumplido escrupulosamente sus deberes como militar”.

    Cuando volvió a España después de ser apresado por los norteamericanos, el Ministro de Marina le recibió con unas dolorosas, aunque realistas; palabras: “Siento mucho lo sucedido, General. Supongo que habrá usted perdido todo lo suyo en el naufragio”. El almirante, respondió entonces de forma lapidaria: “Así es. Todo menos el honor”. Con aquella frase y el comportamiento a lo largo de toda su carrera, derrochó patriotismo.


Conozcamos algo más sobre este insigne marino:


    El 30 de junio de 1852, ingresó en el colegio naval, siendo ascendido a guardiamarina en 1855, prestando servicio durante la campaña de África en la fragata Princesa de Asturias y en el Vasco Núñez. Al cumplir los veintiún años, fue nombrado alférez de navío, y enviado a Filipinas, a las órdenes de Casto Méndez Núñez, allí lucho contra los rebeldes malayos, siendo ascendido a teniente de navío, por méritos de guerra.

    Asciende a capitán de fragata, tomando parte en la guerra carlista y en la defensa del Arsenal de La Carraca, durante la proclamación del Cantón de Cádiz.​ Sofocada la Revolución Cantonal, vuelve a Filipinas, al mando de la corbeta Santa Lucía, interviniendo en los combates de Mindanao. En 1876, recibió el nombramiento de Gobernador del archipiélago de Joló. Otra vez en la Península, y tras ocupar diversos cargos en el Ministerio de Marina, recibió el mando, de la corbeta Ferrolana, buque escuela de guardiamarinas, a mediados de 1879. A finales de 1880 fue nombrado Comandante Militar de marina de Cartagena.

    Presidió la Comisión encargada de la construcción del acorazado Pelayo, siendo su primer comandante. Durante su estancia en Francia, recibió la Legión de Honor. En 1891 fue nombrado Director Técnico y Administrativo de los astilleros del Nervión, para llevar a cabo la construcción de los tres cruceros acorazados de la clase infanta María Teresa.

    Entre el 14 de diciembre de 1892 y el 23 de marzo de 1893 ejerció como Ministro de Marina. Durante la legislatura 1893-1894, fue elegido senador por Cádiz y durante la de 1898-1899 por Albacete. De nuevo, es nombrado para un puesto en La Carraca, ahora como Comandante General del Arsenal, y como Contralmirante en mayo de 1896 a las órdenes de José de Carranza, Capitán General del Departamento Marítimo de Cádiz.



    Al estallar la guerra hispano-estadounidense de 1898, logró burlar el bloqueo al que estaban sometidas las Antillas Españolas por tres poderosas formaciones navales norteamericanas. El 3 de julio de 1898, en aguas de Santiago de Cuba, presentó batalla a la flota del almirante Sampson, muy superior en número y calidad, la escuadra española fue vencida tras un desigual combate. Cervera y sus superiores mantenían posturas enfrentadas, aunque siempre acató las órdenes recibidas. La decisión de Cervera de salir de Santiago a pleno día y pegado a la costa solo se explica desde el punto de vista humanitario, para tratar de minimizar el número de víctimas en la batalla, lo cual confirma que Cervera daba por perdida la batalla antes de iniciarla.



La batalla en Santiago de Cuba:



    Cervera pretendía evitar enfrentarse a la escuadra estadounidense y esperar resguardado en el puerto, pero tuvo que acabar enfrentándose a la flota estadounidense, en una situación más desventajosa que en una batalla en mar abierto, pues sus buques tuvieron que salir del puerto y presentar batalla de uno en uno. Las fuerzas navales españolas eran notablemente inferiores a las estadounidenses, El capitán de navío Fernando de Villaamil, propuso hacer acciones ofensivas para hacer replegarse al enemigo y conseguir un mayor equilibrio de fuerzas, mientras que el también capitán de navío Joaquín Bustamante, propuso una salida nocturna. Las propuestas no fueron atendidas por Cervera, que optó por no hacer nada.




Cervera fue hecho prisionero


    Tras el combate, Cervera fue hecho prisionero, el capitán de navío Fernando Villaamil, resultó muerto en combate a bordo del Furor, el capitán de navío Joaquín Bustamante, que había desembarcado al mando de las columnas de desembarco, resultó herido en la batalla de las Colinas de San Juan, y falleció pocos días después. Tras la guerra de Cuba, a Cervera se le incoo un procedimiento, solicitándose un suplicatorio por su condición de senador, lo cual dio como resultado el sobreseimiento de la causa.

    En la legislatura 1903-1904, fue designado senador vitalicio. Falleció el 3 de abril de 1909, después de ocupar varios cargos importantes, y sus restos descansan en el Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando, desde el 19 de junio de 1916. Tras su muerte, un buque de la Armada Española portó el nombre de Almirante Cervera.




Algunos datos de interés:

    
    Cervera, antes del combate, en una misiva, escribía: “Parece que el conflicto con los Estados Unidos está conjurado, o al menos aplazado; pero puede revivir inesperadamente, y cada día estoy más convencido de la idea de que resultaría en una gran calamidad nacional […] Puesto que prácticamente no tenemos escuadra, a donde quiera que se envíe, deberán ir todos sus buques juntos, porque dividirlos sería en mi opinión el mayor de todos los errores; pero también sería un error enviarla a las Antillas, dejando nuestras costas y el archipiélago filipino sin defensas […] seré paciente y cumpliré con mi obligación, pero con la amargura de saber que mi sacrificio es en vano…

...si nuestra pequeña Escuadra estuviera al menos bien equipada con todo lo necesario, y sobre todo bien adiestrada, podríamos intentar algo […] cuando las naciones están desorganizadas, sus Gobiernos, que son simplemente el resultado de tal desorganización, también están desorganizados, y cuando llega el lógico desastre, no quieren su causa real; por el contrario, más bien el grito es siempre “TRAICIÓN”, y buscan a la pobre víctima que expíe las culpas cometidas por otros...

...te encomiendo con gran confianza todo lo que aquí te escribo; pero al mismo tiempo, te pido no destruyas esta carta, guardándola en lugar seguro, en caso de que un día fuera conveniente que se conozca mi opinión de hoy”.

    Y el 3 de julio de 1898, lanzaba la siguiente arenga, antes de salir del puerto de Santiago de Cuna para enfrentarse a la flota norteamericana de Sampson: “Dotaciones de mi escuadra: Ha llegado el momento solemne de lanzarse a la pelea. Así nos lo exige el sagrado nombre de España y el honor de su bandera gloriosa...

...He querido que asistáis conmigo a esta cita con el enemigo luciendo el uniforme de gala. Sé que os extraña esta orden porque es impropia en combate, pero es la ropa que vestimos los marinos de España en las grandes solemnidades, y no creo que haya momento más solemne en la vida de un soldado que aquel que se muere por la Patria...

...El enemigo codicia nuestros viejos y gloriosos cascos. Para ello ha enviado todo el poderío de su joven escuadra. Pero solo las astillas de nuestras naves podrán tomar, y solo podrán arrebatarnos nuestras armas cuando, cadáveres ya, flotemos sobre estas aguas, que han sido y son de España...

...Hijos míos, el enemigo nos aventaja en fuerzas, pero no nos iguala en valor. Clavad la bandera y ni un solo navío prisionero. Dotación de mi escuadra: ¡Viva siempre España! Zafarrancho de combate y que el Señor acoja nuestras almas”.


    El almirante fue llevado ante el capitán de navío Evans, quien comentó lo sucedido en la cubierta de su navío, el Iowa: "El Almirante Cervera fue trasladado desde el Gloucester a mi buque. Cuando puso el pie sobre la cubierta fue recibido con todos los honores debidos a su graduación por la totalidad de mi Oficialidad. La dotación del Iowa junto con la del Gloucester prorrumpió en un ¡hurra! cuando el Almirante español saludó a los oficiales americanos. Aunque el héroe ponía sus pies en la cubierta del Iowa sin ninguna insignia, todo el mundo reconoció que cada molécula del cuerpo de Cervera constituía de por sí un almirante".

    Durante la conversación entre ambos, y mientras Cervera se deshacía en lágrimas por lo sucedido, Evans le alabó de la siguiente forma: “Caballero, sois un héroe. Habéis realizado el acto más sublime que se recoge en la historia de la Marina”.

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